Por estos días leo los diarios de
Julio Ramón Ribeyro y me sorprende su cercanía, la identificación que puede
sentir cualquiera que escriba, desde el escribidor aficionado al escritor
consagrado. Cualquiera que le dedique pasión y tiempo a este oficio, al
arte de expresar por medio de la palabra, las distintas
formas de ver la vida y tomar posición ante ella.
En algún momento, muchos de nosotros hemos
llevado un diario con más o menos
gloria, hemos sentido la necesidad de la confesión al papel del que suponemos
el mejor de los oyentes, al menos el más fiel e incondicional. Dice Ribeyro,
que todo diario nace de la soledad, de la escapatoria, de la necesidad vital de
comunicación y expresión que nos identifica como raza humana. Es difícil llevar
un diario cuando no hay introspección y una mirada sincera hacia el interior de
nosotros mismos. Se supone que los diarios están escritos para ser leídos por
el mismo que lo escribe, en una especie de relación íntima, viendo la evolución y el fluir de conciencia,
pero en el fondo, todos desean ser leídos por un lector curioso y que se
produzca entre ambos el beneficio de la
identificación.
Ribeyro comenzó a escribir sus diarios en los
años 50 en Lima, y de allí se autoexilió a París, donde trabajó como periodista para la agencia
France Presse y más tarde, fue consejero cultural y embajador para la Unesco. De sus años en esta ciudad
están fechadas sus mejores páginas, amaba la ciudad, sus brumas y sus gentes, y
cuando se alejaba por trabajo o descanso, no dejaba de nombrarla y piar por
ella. Vivió también en Madrid, Múnich, Berlín. De su estadía en Madrid comenta:
“Es curioso, pero en Madrid pierdo la
capacidad de concentración y tiendo a extrovertirme. Me resulta difícil permanecer solitario,
reflexionar, en consecuencia mantener con regularidad este diario. Prueba de
ello es que durante los ocho meses de
mi primera residencia en esta ciudad ( noviembre de 1952 a julio de 1953) no
escribí ni una sola línea en este cuaderno y mas bien frecuenté los cafés y a
los amigos. En París todo resulta distinto. Es una gran escuela de la soledad”
Palabras curiosas para una
persona introvertida y silenciosa como él. Como todo escritor que se precie, es
un gran observador, poco conversador, dedica la mayoría de su tiempo a observar
el latido de la vida, detallando los lugares y sobre todo a la gente que le
rodea. De este poder de percepción nacen sus personajes, sus libros de
cuentos, historias cotidianas que están
al alcance de la mirada; seres con los
que compartimos la ciudad y avatares diarios, pero que por su
cotidianeidad no son reseñadas, apenas tenidas en cuenta como algo interesante
a relatar.
Sus diarios, escritos con una
absoluta sinceridad, dan cuenta de una personalidad quisquillosa, empeñada en buscar
la quinta pata al gato, un eterno desasosiego le habita, que él reconoce y
admite y alienta, como un destino, del cual no puede ni debe sustraerse; es un
escritor, un bohemio que narra la vida y esa es su mirada.
En sus diarios, nos reconocemos
como seres inconstantes, siempre dispuestos a posponer la disciplina que este
oficio necesita para escribir y después corregir, apartándonos del fluir
cotidiano de la vida. De sentir el peso de la soledad que implica estar ante la
hoja en blanco que nos desafía y nos convoca al mismo tiempo. De los
remordimientos que sentimos al no poder compaginar muchas veces, los roles asignados de proveedor
para el hombre, y cuidadora y defensora de la vida para la mujer, con la pasión
por la escritura, con la sensación de
felicidad que nos produce todo lo relacionado con la palabra, su oficio y
divertimento.
De sus diarios se desprende la
hoja de vida de un hombre común y silvestre, cercano como sus rituales y
miedos. Se reconoce buen amigo de sus
amigos con los que mantiene conversaciones que se prolongan hasta el amanecer
en su modesto apartamento de la Place Falguiére. Sus contertulios y paisanos
Brice Echenique, Vargas Llosa entre otros, a los que admira y con los que en
determinadas épocas compartió vivienda. Cerca de ellos siente, a pesar de todo,
ser un escritor fracasado, incapaz de escribir “la novela” como Cien años de soledad, La ciudad y los perros o Un mundo para Julius. Se auto describe
como escritor de corto aliento, incapaz de largos trayectos por falta de
concentración y una noria de estados anímicos que le llevan de la exaltación
del gran escritor al fracasado. Al contrario que los escritores de su
generación apostó por el cuento, el relato corto que sintetiza en el escueto y
cuidado lenguaje, la mirada siempre ávida de nuevas posibilidades narrativas.
Después de leer su diario, me
encamino de nuevo a sus cuentos, que ahora leo sabiendo las circunstancias en
que los escribió. Es una extraña sensación la de conocer sus pensamientos mas íntimos
con los que nacieron algunos de ellos, sus problemas de salud, muchas veces al
borde de un desenlace fatal, sus soledades parisinas, la relación familiar,
la añoranza por sus paisajes y al mismo tiempo, el desencanto
al acercarse a ellos. La camaradería y rivalidad con escritores amigos, que le
lleva a pensar en el tiempo perdido en vivir lejos de sus manuscritos, y
sumergirse en su vida laboral; en lo que hizo o dejó de hacer en un constante y
duro autoanálisis.
“Nosotros
tenemos una personalidad compuesta de lecturas y que pide prestada- cuando
escribimos- su ética, sus sentimientos, sus convicciones y su lenguaje, no al
hombre cotidiano que la porta, si no a los cientos de personajes confundidos
que encierra nuestra memoria”
La distancia escritor- lector se
acorta, late entre sus páginas la vida que transcurre con los sobresaltos y la
placidez que todos conocemos. Entre sus páginas no encontramos ni al mito, ni a
al héroe, ni al hombre que escribe con poses de sabio. Su eterna duda sobre sus
capacidades ante el quehacer literario, el planeo entre la vida real presentada
en su dura realidad y la magia y control que se puede tener al crear historias,
nos sitúan ante un libro de carácter intimo y testimonial que, como un espejo,
muestra el alma del que lo escribió un día, buscando el desahogo y bienestar
que da la confesión.
La tentación del fracaso
Julio Ramón Ribeyro. Ed. Seix Barral, Biblioteca Breve.
Imágenes tomadas de la red
María, después de leer tu interesante artículo sobre los diarios de Ribeyro, siento una enorme curiosidad por bucear en la intrahistoria emocional y creativa de este escritor peruano.
ResponderEliminarAdmiro muchísimo sus cuentos. Es un autor no tan conocido como el resto de su generación de letras pero sí que es uno de los grandes cuentistas. Sin duda es muy sugerente andar por los laberintos de un escritor que se desnuda ante si mismo, se mira al espejo de la vida y de la literatura y refiere con su pluma y su mirada lo que siente y lo que percibe. No me extraña que en Madrid la vida social lo alejara de la intimidad del papel, es una ciudad para compartir con los amigos.
María gracias por hacernos partícipes de tu lectura inteligente y llevarnos por los vicisitudes de un escritor tan intenso como Julio Ramón Ribeyro. Ahora solo queda regresar a sus letras.
Un gran abrazo querida amiga
Si, a mi también Felicidad, me llamó la atención lo que opina Ribeyro sobre Madrid, es cierto que hay ciudades que son mas propicias para escribir, por su clima, por su gente, que no es muy comunicativa, pero Madrid es todo lo contrario, todo invita a la calle, a la comunicación, al paseo sin rumbo fijo, eso me encanta....
EliminarUn gran abrazo querida amiga
Nunca lo he intentado, pero sé que, a diferencia de Ribeyro, que sería incapaz de mantener un diario con la constancia necesaria propia de estos cuadernos. Además para hacerlo hace falta, aunque estén escritos para ser leídos por su autor, querer contar cosas de sí mismo. Tampoco eso me sale con naturalidad.
ResponderEliminarPor cierto, hoy las nuevas tecnologías, como la que ofrece estos blogs, han hecho cambiar las cosas. Cuántos blogs hay que son auténticos diarios públicos...
Un abrazo María.
U
Yo empecé a escribir a los 11 años, y fue en un diario, así seguí durante muchos años, fue todo un aprendizaje y un desahogo,por eso me gustan. Es cierto lo que dices, hay muchos blogs que son diarios públicos, las nuevas tecnologías dan para todo..
EliminarUn abrazo amigo, gracias por pasar
Muy curioso lo que cuentas de este escritor, me encantan los diarios y biografías aunque en un diario se revele la vida de uno mismo, entiendo que cada uno guardará lo que no le guste que se sepa.
ResponderEliminarPor desgracia no soy una devoradora de libros y estas pequeñas historias me hacen saber de escritores que desconozco.
Un abrazo y Feliz Año.
Rafaela, vengo de tu blog y me encantó tu escrito sobre el árbol, son pequeñas historias en la vida de las personas, de los pueblos, momentos que recordamos con mas atención y cariño..
EliminarUn gran abrazo también para ti y Feliz Año
Feliz Año Maria!!!
ResponderEliminarEn casa tenemos costumbre de llevar la "bitácora" A veces es muy extenso, pero lo que nunca pierdo es las ganas de escribir.
Me ha picado la curiosidad con estos... Ya los buscaré.
Besote
Feliz Año también para ti, amigo Manuel,buena costumbre esa de los diarios familiares, luego se va viendo y disfrutando de la evolución tanto en la persona como en la escritura, ami en particular, es un género que me encanta.
EliminarBesote
Anche se in ritardo, vengo a lascairti i miei auguri di
ResponderEliminarBuon 2013.
Un abbraccio
mimosa49/Rosetta
Buon 2013 y un forte abbaccio per te Rosetta
EliminarMaría,
ResponderEliminarNo he tenido el placer de leer sus diarios y sé que es algo que tengo que hacer, ya que sus cuentos siempre me han conmovido. Te agradezco recordármelo.
Un abrazo inmenso
Sus cuentos son preciosos, están sacados de lo mas cotidiano de la vida de todos nosotros, de ahí su cercanía, su identificación..
EliminarUn abrazo inmenso también para ti Maria
No conozco la obra de este escritor aunque he leído algo sobre la relación - que tu comentas - con esos otros grandes escritores. Estoy de acuerdo contigo en el sufrimiento que acarreamos como seres inconstantes que somos en la práctica de la escritura y en que todos hemos escrito algún diario con el deseo de que alguien lo lea.
ResponderEliminarTu amena entrada me ha hecho desear leer estos diarios así que, ya te diré que me parecieron.
Un abrazo.
si, nos pasamos la vida pensando que pudiéramos escribir mas, que le dedicamos poco tiempo a la escritura a pesar de ser algo que nos encanta y motiva, pero la inconstancia quizás, el anteponer "responsabilidades" cotidianas nos van apartando un poco de lo que realmente nos apasiona..
EliminarUn abrazo
Hola María. No conozco nada de este escritor, pero la curiosidad hará que le busque por las librerías.
ResponderEliminarA mi modo de ver existen dos maneras de escribir un diario. Una es el personal, ese cuaderno donde anotamos retales diarios, porque nos agrada dejar constancia,confesarnos a nosotros mismos, sin esconder casi nada. Otro modo es el indirecto, aquel que narramos en nuestros escritos y lanzamos al aire para que se sepa, indirectamente, que nuestros escritos son nuestras personalidades, nuestras fechorías y bondades, vivencias que necesitan llenar vacíos , consolar miedos, desvelar secretos.
un fuerte abrazo maría.
Te recomiendo sus cuentos, Gene, tiene uno que se llama "Solo para fumadores", que es una delicia, sobre todo para todos los que un día fumamos y después lo tuvimos que dejar, de él impresiona lo cercano, la identificación con sus emociones...., el reconocerse en su lenguaje
EliminarUn fuerte abrazo, Gene
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMe ha encantado esta entrada sobre Ribeyro, tanto que voy a buscar su diario para leerlo. He leído las otras obras de autores de su generación que citas, pero de este no he leído nada.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Ribeyro fue de la generación de Vargas LLosa y Echenique, bueno y de muchos mas, pero él, es uno de los mas desconocidos, dicen que por su carácter introvertido, y poco dado a hacer publicidad de si mismo, a no saberse o quererse vender, quien sabe...
EliminarUn abrazo también para ti, amiga y gracias por pasar
me ha encantado el charm de tu blog
ResponderEliminarGracias amiga Mucha,a mi también me gustó el charm del tuyo
ResponderEliminarBesos
Gracias por acercarnos la autobiografía literaria de este escritor que se sincera desde sus letras presentándonos una de las dimensiones del fantástico y maravilloso oficio de la escritura para quien se apasiona con el y con ello hace tañir los campanarios de enigmas y misterios del alma.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Gracias a ti Aristos, por pasar y estar pendiente, que bueno que te interesara el escrito, compartimos el gusto por el fantástico y maravilloso oficio de la escritura.
EliminarUn abrazo
Me ha encantado este post y sin duda leeré La tentación del fracaso!... me atraen mucho los diarios, escribirlos y leerlos. De niña siempre los tuve y me fascinaba escribir en esas pàginas clausuradas con un candado chiquitito. Seguramente esa práctica infantil despertó en mi la vocación esciural que mantengo hasta hoy día. El diario de infancia de Anais Nin, encontrado entre los libros de mi abuela, me marcó. Aún conservo ese libro, està dentro de mis tesoros. Todo lo que comentas y describes sobre el Diario de Ribeyro y su título!!!, simplemente me despiertan las ganas de leerlo de inmediato.
ResponderEliminarUn abrazo bien grande!!!!