Dicen los científicos y los expertos en conducta humana, que soñar es recomendable y beneficioso para nuestra salud mental, para sostenerse entre tanto vaivén al que estamos sometidos, como un punto de enlace, con la infancia de la que nunca debemos alejarnos y sobre todo, como motor indiscutible para la creación. Hölderlin, decía: “el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona”. Nuestros mejores momentos, días y épocas, han sido a la espera de que el sueño cargado de esperanza, porque nunca viaja solo, se cumpliera, y esos momentos previos a su realización, han sido quizás, los de mayor disfrute.
En el sueño, todo está dentro del campo de lo posible. Walt Disney, un soñador por excelencia, tenía en su lugar de trabajo, un espacio decorado con imágenes, dibujos, bocetos, ideas y conceptos que él llamaba “ el rincón para soñar”. De ese cuarto, dedicado a dar rienda suelta a la imaginación, saldrían las películas de cuentos, con los que disfrutamos varias generaciones, a pesar de la parte moralista y lacrimógena, que siempre llevaban, hoy en día, son clásicos de la animación.
Del sueño, nace la creatividad, es su motor de arranque y alimento indispensable, de él, se nutre dando paso después, a la innovación, en todos los campos cognitivos de la mente humana.
Dicen, que de la pregunta ¿y si?, nació la ciencia ficción y tantas obras científicas y artísticas, en que sus autores simplemente, se dieron el permiso de soñar y después, utilizar los sueños, como herramientas maravillosas para llevar sus proyectos a la práctica.
Del acto creativo, podemos distinguir tres fases fundamentales para que se realice: el primero, seria soñarlosin restricciones, sin miedo, aplicándonos el hecho de que somos seres ilimitados, en nuestra capacidad de pensar y crear mundos paralelos a la realidad. El segundo paso, sería la etapa realista, aquella en que la razón entra en el juego, junto a la lógica y el sentido común, que nos advierte de lo posible y realizable, nos concreta poniendonos los pies en tierra. Y la tercera fase, seria aquella, en que se lleva a la práctica, materializando el sueño, haciéndolo nuestro, propio, luchando por él, apartando el miedo, sin desistir. Y si nos equivocarnos, no sentir la batalla perdida, admitir el hecho de haber encontrado otra manera de ver las cosas, otro camino, aunque este, no nos sirva para nuestro proyecto o meta. De cuantos proyectos desviados de la idea original, no nos ha beneficiado la ciencia, la farmacopea, etc.
La edad más creativa del ser humano, está entre los 2 y los 4 años. Las redes de neuronas, con que trabaja nuestro cerebro, se activan unas con otras, provocando autenticas marejadas de ideas. A partir de los 7 años, disminuye esa capacidad, aunque seguirá presente en todo nuestro desarrollo. Sin restricciones, el cerebro es ilimitado, pero después con el crecimiento, vienen las limitaciones sociales, ambientales, culturales; zancadillas y represas al hecho humano por excelencia de la creatividad. Siempre es más dócil y manejable, el individuo que sigue los lineamientos sin rechistar, establecidos por los intereses de otros.
Shekespeare, dijo una vez : “estamos hechos de la misma materia de los sueños”, somos sueños, que hay que desarrollar y construir, aunque también tengamos la alternativa, de quedarnos viviendo dentro del sueño o de sus alrededores…
Imágenes tomadas del blog El baul que no tenia mi abuela y de la red