viernes, 24 de junio de 2011

LEONARD Y SUZANNE

Leonard Cohen


Este Octubre, en los Premios Príncipe de Asturias, veremos a Leonard Cohen recoger el premio de Literatura.
A todos nos sorprendió no verlo en el capitulo de las Artes, como Dylan en el 2007, Almodóvar en 2006, o Paco de Lucia en 2004.
Siempre le asociamos a la música, más que a la palabra. Conocimos su trabajo a últimos de los 60. Su voz sonaba como desganada y monótona, pero enganchaba, quizás por que imaginábamos los mundos que describía entre susurros, sobre todo la canción de Suzanne, sonaba a amores apasionados o quizás, imposibles.
Pero, Suzanne, no era fruto de su imaginación poética, la bella y hippiosa Suzanne Verdal, cuando se conocieron, era la esposa de su amigo el pintor canadiense Armand Vaillancourt.




Leonard Cohen hijo de emigrantes judío-lituanos, a pesar de una profunda educación dentro de los ritos judíos, estudia en una escuela laica, heredando de sus padres, un cierto eclecticismo religioso. A los 9 años de edad muere su padre, dejándole una visión del mundo melancólica y pesimista, que llevará a su poesía primero y después a la música.
A los 16 años ingresa en la universidad de MacGill, en Montreal, para estudiar literatura inglesa. Lee los clásicos y se encuentra, con el mundo poético de García Lorca, que deja una profunda impresión en él, abriéndole nuevas posibilidades creativas. En el tercer año de carrera abandona la casa familiar, y se muda con un amigo al centro de la ciudad.
Vive unos años de experimentos y búsquedas, viaja a New York, patea la ciudad, encuentra en los arrabales, ese otro mundo inmerso, underground, de prostitutas, drogadictos, del que no se habla habitualmente. En Harlem presencia un asesinato, lo escribe en su diario personal, todo sirve para sus composiciones; este universo está muy lejos de los libros de salmos de su infancia, pero todo convive en sus letras, su poesía esta cargada de resonancias bíblicas, pero también del absurdo cotidiano y descarnado de la vida.
Viaja a Europa, a Londres, pero es demasiado frío, y se instala en al isla griega de Hidra, comparte con marinos y gentes del pueblo sus historias, sus mitos.
De vuelta a Estados Unidos, comienza a participar en festivales folk, donde da a conocer su música.


Suzanne Verdal


En el poema de Suzanne, narra la historia de su amistad con Suzanne Verdal, las tardes de conversaciones, los días de tees y naranjas compartidas, los paseos por el río, enmarcados por una atracción que fluye y toma cuerpo, como la vida de ambos, en esos momentos. Opera prima de amores aun esperanzados, con la influencia del “paz, amor y libertad” que caracterizó la cultura hippie de los 60.
Después, vendrán, las letras filosas que hablen de los desencuentros amorosos, el vacío y la soledad que le dejaron muchas de ellas.
Como deltas de un mismo río, pero desembocando en lugares muy distintos, Leonard Cohen prosigue su carrera artística. Apoyado por la cantante Judy Collins, la canción se convierte en un éxito, se da a conocer en Europa, donde se vuelve un cantante de culto.
Suzanne, divorciada de Armand Vaillancourt, y con 3 hijos de padres diferentes, continúa con sus actuaciones de bailarina y coreógrafa de pequeños espectáculos, lleva una vida nómada en la que va recorriendo Estados Unidos. En uno de estas actuaciones, tuvo una fuerte caída y se dañó la espalda, imposibilitándola durante bastante tiempo. Después se pierde su rastro



                                             
Cuenta la leyenda urbana (hay poca información al respecto), que después del éxito de su canción, no se volvieron a ver en años, hasta un concierto en Minnesota, donde al descubrirla entre el publico, Leonard Cohen se le acercó, y le dijo textualmente “ Me regalaste una bonita canción, chica”.
Años después, se habló de un segundo encuentro, esta vez en una plaza de la zona antigua de Montreal, bailaba para un corrillo de espectadores, muy deteriorada físicamente, parece, que Leonard Cohen paso a su lado sin reconocerla.
Actualmente vive en Venice Beach, en el estado de California, prácticamente en la indigencia.

Algunos poemas de Leonard Cohen

http://amediavoz.com/cohen.htm


sábado, 11 de junio de 2011

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

Virginia y Leonard  Woolf
                                                       


El corredor de fondo, solo, avanza entre los parajes agrestes por el que transita el camino que ya está marcado. Todo va quedando atrás, los campos, los competidores-compañeros. Un mundo nuevo se abre con cada zancada firme que asienta su pie. La tierra que pisa por primera y última vez sólo sirve de impulso para el siguiente paso hacia la zancada final, que le lleva al término del camino. La soledad inseparable camina a su lado, al mismo ritmo; hombre y soledad se complementan, se acompañan, se aceptan. Paralelas interminables. Nosotros sólo vemos en este acto, la gloria final, el triunfo, el reconocimiento, y olvidamos el vacío y el vértigo que conlleva bordear el límite en solitario.

Así como el movimiento es el síntoma de la vida, la quietud es de la muerte. Virginia Woolf reconoce en las pioneras el valor de lo callado y lo desatento de la vida. Mujeres como Lady Wilchelsea en 1661 “noble de linaje y también por su casamiento” abre fuego con su poesía que rezuma tristeza y resentimiento. Escribe poemas de rima dulce y de amarga ironía. Camina solitaria por los campos, “sufría de una triste melancolía”. Como no ser rara y melancólica, cuando en acallar las palabras que ahogan, se va gran parte de las energías.


Pinturas de Jhon  Everet Millais



La Duquesa Margarita de New Castle, de inteligencia indómita, escribe resentida: “la mujer vive como murciélagos o lechuzas, trabajan como bestias y mueren como gusanos”. Su mente un día se extravió entre los laberintos de setos de su enorme jardín. Sus rabias y sus iras apuntan al hombre, pero con disparos poco certeros que se diluyen en el tiempo; las emociones nublan su visión. Primero tendrá que distanciarse y sanar sus heridas. Más tarde surgen voces fuertes y combativas, que no se quedan atrapadas en el lamento y la queja. Luchan armadas de una débil pluma, traducen obras de otros y exigen un salario ante la mirada atónita del hombre.

     



Comienza el siglo XIX y trae con él, luz y fortaleza. Por esa época la mujer abre las ventanas que han permanecido cerradas por siglos, su voz y su mirada salta a través de ellas, incorporándose tímidamente primero y después, con el impulso y el apremio que otorga el reconocimiento del tiempo perdido. Esta contemplación del mundo le lleva a valorar otros temas: biografías, dramas, críticas; se asoma a la historia de la que siempre estuvo ausente. Mary Carmichael con Lifes Adventures abre un espacio nuevo en la literatura femenina. El valor y el aporte de ella, se encuentra en crear una voz propia y proyectarla para que abra caminos; ya que los libros, como los acontecimientos de la vida, son consecuencia unos de otros.

La mujer comienza a “ver” a la otra mujer y lleva a las páginas su mirada curiosa. Descubre su entorno, lo que ha sido su pequeño universo: la sala pequeña donde cocina y atiende a los hijos; y algunas, las más inquietas, hacen rimas con aromas a guisos y especie.
Durante toda la historia la mujer ha sido la hacedora de espacios, de nidos; en ellos se ha refugiado, los ha compartido, ha dejado siempre su impronta marcando su territorialidad de hembra. Virginia Woolf conoce el alma femenina y su constante desasosiego. Ahora le pide a la mujer que se haga de un cuarto y de una renta propia, como el primer paso hacia el reconocimiento y la valoración de si misma. Pero que no olvide “ que todos tenemos en la nuca una mancha del tamaño de un chelín que nunca podemos ver. Es uno de los buenos servicios que un sexo puede hacer al otro: describir esa mancha del tamaño de un chelín en la nuca”


Virginia Woolf, Un cuarto propio
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...