lunes, 8 de febrero de 2016

Cartas de amor entre Manuela Sáez y Simón Bolivar







>> Mis generales holgaron en perfidia para ayudarme a deshacerme de mi Manuela, apartándola en algunas ocasiones, mientras que yo me complacía con  otras. Por eso tengo esta cicatriz en la oreja. Mire usted ( enseñándome su grande oreja de S.E. la izquierda, que tiene una  fila de dientes muy finos,  y, como yo si yo no supiera tal asunto), este es un trofeo ganado en mal alid: ¡en la cama! Ella encontró un arete de filigrana debajo de las sábanas, y fue un verdadero infierno. Me atacó como un ocelote, por todos los flancos; me arañó el rostro y el pecho, me mordió fieramente las orejas y el pecho, y casi me mutila. Yo no atinaba cual era la causa o argumentos de su odio en esos momentos y, porfiadamente, me laceraba con esos dientes que yo también odiaba en esa ocasión. Pero ella tenía razón: yo había faltado a la fidelidad jurada, y merecía el castigo. Me calmé y rebajé mis ánimos, y cuando se dio cuenta de que yo no oponía resistencia, se levantó pálida, sudorosa, con la boca ensangrentada y mirándome me dijo:¡Ninguna, oiga bien esto señor, que para eso tiene oídos: ninguna perra va a volver a dormir con usted en mi cama (enseñándome el arete) No porque usted lo admita, tampoco porque se lo ofrezcan. Se vistió y se fue.




Las más hermosas cartas de amor entre Manuela y Simón.

Fundación Editorial El Perro y la Rana, 2010

Imágenes tomadas de Internet
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