Existen lugares, tierras, espacios donde los escritores alojan a sus personajes. Infiernos o paraísos donde los ponen a sufrir o disfrutar de los avatares de la vida. Cerca del río, entre calores sofocantes o arideces desérticas, les crean historias posibles por muy fantásticas que parezcan, en un juego de haceres donde se confunden realidades y anhelos. Algunos fueron creados por familias nómadas en busca de tierras prometidas, como “Macondo”, donde José Arcadio Buendía haciéndole caso a un sueño que tuvo y cual profeta, se alistó a conducir a familiares y amigos, con sus enseres y animales, atravesando montañas hasta llegar a las orillas del río, aunque este hecho, le costara muchos años de soledades. Tiempo después, García Márquez en su libro Vivir para contarla relata que el nombre de “Macondo” proviene de una hacienda bananera cercana a Aracataca, su lugar de nacimiento.
En este lugar mítico, García Márquez instaló a muchos de sus personajes, les construyó un lugar a la medida de sus sueños, y fue dejando que sus habitantes se expresaran a través de sus vivencias.
Para Juan Rulfo “Comala” nació mas bien de sus pesadillas de infancia.
En este lugar no existe el esplendor ni la bulla de los países siempre asoleados, por el contrario, en “Comala”, el sol abrasante del desierto deja arideces y resentimientos entre los aun los habitan, los hombres y mujeres que no pudieron huir abandonándolos como una especie de maldición heredada por generaciones.
Pedro Páramo, acude a este lugar en busca del padre, de su pasado y su historia que aun no conoce, pero que se enraíza con la suya, sin embargo lo que encuentra es un pueblo de fantasmas y murmullos, donde cada vecino tienen una crónica de infamias que contar, en la que el perdón y el olvido parece no tener cabida.
“Santa Maria”, producto de la imaginación de Juan Carlos Onetti, está atravesada por otro río grande y navegable, con astilleros en sus orillas. Es la ciudad de Larsen, el juntacadaveres, personaje pesimista, duro y lacónico, que a pesar de todo, lucha por sobrevivir, aunque no encuentre sentido a la vida. Regenta un burdel, con mano firme, en el que las prostitutas son viejas mujeres y como Larsen, se limitan a vivir, a respirar cualquier aire, sin escrúpulos, sin arrepentimientos.
La de Onetti es una visión oscura y absurda de la vida, el existencialismo de Sartre se deja sentir en los diálogos de los personajes, en la metáfora del río que arrastra piedras, y fluye en constante indiferencia.
Entre la literatura fantástica y de terror, podemos ubicar el pueblo de “Eastwick “ con sus encantadoras brujas en Rhode Island, de Jhon Updike. “Derry” de Stephen King localidad que aparece en varias de sus novelas.
Dentro de la llamada “literatura infantil”, existen lugares imaginarios como “Liliput”, geografía inventada por Jonathan Swift, (uno de los escritores mas sarcásticos que diera la literatura de habla inglesa), donde anidan seres diminutos interesados en las matemáticas y en las artes musicales, aunque estas, no las utilizaran con fines prácticos, ni tan siquiera lógicos. Sus mujeres desinhibidas disfrutan de los placeres de la vida, tienen amantes de otras islas con los que terminan huyendo hacia otros paraísos prometidos.
“Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carrol, la historia increíble y fantástica de Alicia, una pequeña niña que tiene el don de la ubicuidad, que traspasa el espejo y se adentra en un mundo donde la lógica, el concepto de tiempo y la relación causa efecto, carecen de el valor con que acostumbramos a medir el desarrollo de la vida.
Otras geografías de papel que luego fueron llevadas al cine son:
“La Tierra de Oz”, de Lyman Frank Baun en El mago de Oz.
“Hogwart” de JRR Rowling de la saga de Harry Potter
“La Tierra Media” de JRR Tolkien.
“Narnia” de CS Lewis.
“Ciudad Gótica” de Batman.
“Fantasía” de la Historia sin fin.
“Springfiel” lugar de nacimiento de la familia Simpson.
Las imágenes son de Edgar Mendoza Mancillas, tomadas de Artelibre.