Yo todo lo consulto con mi
almohada porque la sé de buen juicio. Ella me escucha en silencio y me responde
con sensatez. En la conversación interviene la frazada. (Al final, siempre le
hago caso al colchón, que es un irresponsable.)
Mi cara en los sueños no coincide
con mi cara en el espejo. Mi cara en el espejo no coincide con mi cara en las
fotografías. Mi cara en las fotografías no coincide con mi cara en movimiento.
Mi cara, decididamente, no coincide.
Despiértese, que es tarde, me grita
desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace,
le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.
Un grito entra por la ventana. Si
lo dejo salir, volverá a molestarme. Rápidamente bajo las persianas y me
entiendo con él. Le propongo sonar libremente en los horarios que prevé el
reglamento. Él es frugal. Yo soy generosa. Sin embargo la convivencia nos
resulta imposible. A la larga dormir toda la noche con un grito reprimido suele
traer dolores de cabeza.
A veces me despierto de visiones
horribles, agitada, angustiada, llorando. Para calmarme le pido a mi marido que
me deje apoyar la cabeza en su cuerpo y me abrace bien fuerte con todos sus
tentáculos.
Ana María Shua 1951, escritora argentina, amante de la escritura y la lectura, como ella misma declara en Confieso que he leído, aparte de su Maestria en Artes y Literatura, se ha diversificado en la publicidad, el periodismo y ha escrito guiones para cine. Microficciones está sacado de La sueñera, libro difícil de clasificar ya que contienen distintos géneros, entre ellos, estas Microficciones.
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