martes, 22 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD Y FELICES DÍAS



Mis queridos amig@s, paseando por estos caminos de Internet, encontré una serie de postales recordando todas aquellas personas y servicios que un día conocimos y disfrutamos allá por los 50 y 60. Empezando por el repartidor de butano y  la bombona naranja de  inconfundible ruido, que al golpear unas con otras, se anunciaba una vez a la semana, infaltable en la cocina y sobre todo en el invierno  frió de Madrid, para las estufas a gas, peligrosas como ellas solas, autenticas bombas de tiempo...


El cartero, el personaje más esperado durante todo el año, sobre todo las familias que tenían a hijos o hermanos  fuera del país, en Latinoamerica, Alemania etc, buscando mundos mejores donde abrirse y comenzar nuevas vidas. En mi casa no faltaba la copita de vino dulce y el polvorón  para ellos.



El vigilante, en las zonas residenciales o el sereno para las populares, oliendo siempre a alcohol, quizás para soportar las frías y solitarias noches, cargado con cientos de llaves ensartadas en un cilindro metálico que como un milagro, abría puertas al cobijo y al descanso de la noche.



Los repartidores de carbón, de pan, de leche...





El recogedor de basura, el carpintero, el muchacho siempre servicial de la tienda,  la portera, sabedora de anécdotas y chismes, autentico archivo histórico de la zona y el portal...









Con todos ellos, personajes queridos y recordados, conformamos la historia de nuestra infancia y adolescencia, nuestro archivo particular, personajes de nuestra memoria colectiva y familiar...

Imágenes tomadas de Internet

jueves, 10 de septiembre de 2015

CUENTOS CORTOS DE ÁNGELES MASTRETTA




DE OFICINA A OFICINA
A las nueve de la noche, Amalia llevaba once horas de trabajo de parto. Tenía la palidez de una hoja en blanco y el cansancio la había dejado en un silencio que sólo interrumpía su respiración sin rumbo. Entonces su marido llegó de la oficina con la corbata bien anudada y el cabello en paz. Se la quedó mirando, le puso una mano en la mejilla y le dijo: - No te imaginas qué día tan pesado he tenido.





PÉRDIDAS
A  veces el rumor de la nostalgia le subía desde los pies hasta la frente. Y desde las orejas hasta el ombligo algo ardiente le iba corriendo bajo la piel hasta que le brotaba un sudor tibio que en lugar de  aliviarla la ponía al borde de un ataque de llanto. Todo eso empezó a pasarle cuando un hombre que era dos al mismo tiempo desapareció de su vera como de pronto amaina un temporal.
_ Eso es la menopausia- le dijo su hermana tras oírla describir aquella sensación  de angustia repentina-. No tiene nada que ver con la pérdida del animal esquizofrénico que se te fue. Por drástica que te parezca la pérdida de un marido, nunca devasta como la pérdida del estradiol.




RAZÓN DE SOBRA
Soñó que se encontraba con la novia de su marido y no la mataba. Siempre había tenido ganas de apretarle el pescuezo siquiera un ratito. Ganas de encajarle una piedra de su collar en la tráquea, pero nunca pensó que se la encontraría porque sus mundos quedaban tan lejos que si ella hubiera vivido en Bagdad y no en la colonia vecina, de todos modos hubiera estado más cerca Bagdad. No caminaban las calles a la misma hora, ni buscaban la sombra bajo los mismos árboles, ni el sol les ahuyentaba el mismo frío. Por eso no la mató.


DEL LIBRO MARIDOS,  DE  ÁNGELES MASTRETA
2010 EDITORIAL  PLANETA  MEXICANA, S.A de C.V


Imágenes tomadas de Internet

martes, 30 de junio de 2015

RECORDADO GALEANO






EL VIAJE


Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos  en un hospital de Barcelona, dice que el primer gesto humano es el abrazo. Después de salir al mundo, al principio de sus días, los bebés manotean, como buscando a alguien.
Otros médicos, que se ocupan de los ya vividos, dicen que los viejos, al fin de sus días, mueren queriendo alzar los brazos.
Y así es la cosa, por muchas vueltas que le demos  al asunto, y por muchas palabras que le pongamos. A eso, así de simple, se reduce todo: entre dos aleteos, sin más explicación, transcurre el viaje.



El Beso de Auguste Rodin

VENTANA SOBRE LA UTOPÍA

-Ella está en el horizonte-dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.



Vertume y Pomona de Camille Claudel


Eduardo Galeano. Ventanas. Fundación Editorial el Perro y la Rana. 2013

Imágenes tomadas de Internet.

lunes, 15 de junio de 2015

ESCRITORAS VENEZOLANAS






LA VOZ FEMENINA, EL ALMA, LO LUNAR
HANNI OSSOTT

“La voz femenina surge de un fondo volcánico: arriba la abertura, la fisura. Adentro: lava, fuegos…Un círculo la rodea, un pozo hondo, oscuro, informe la concentra. Hay allí riqueza contradictoria: el primer crimen, el primer amor y la venganza, también el aguijón. Lo virginal, lo sacro y lo irreverente e impúdico la conciernen. Ella canta desde un dolor primordial hecho alegría e himno. La voz femenina es ronca, lenta, una queja de la tierra. En ella habita la serpiente, la vencida por Apolo- el dios gobernador de la mujer, de lo mujer. Una de las sentencias del Oráculo de Apolo en Delfos  lo dice: gobierna a la mujer. Esto quiere decir: gobierna a lo femenino en ti, gobierna el ánima. Y bajo la figura del ánima, dice Emma Jung, aparecen tres arquetipos: la Gran Madre, la Profetisa y la Diosa del Amor. Ánima es eros y naturaleza.
Desde esa voz se trama y se teje el vivir. Se funda el ser. Desde esa voz- a veces aun sin voz-la palabra adquiere rango pues se haya ligada a la profundidad. Por la presencia de esa voz, el hombre a veces niega lo que no pertenece al Logos. Ella es el circulo negro que concentra la pasión, la muerte, la negación, el vivir, la paradoja que encierra vida y muerte.”


Foto tomada por Patricia Van Dalen



Del libro, El hilo de la voz, Antología critica de escritoras venezolanas del siglo XX.
 Yolanda Pantin, Ana Teresa Torres. Editorial Fundación Polar

Hanni Ossott, poeta y ensayista venezolana  (1946-2002). Profesora en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Fue crítica de arte y traductora de poetas como Rainer María Rilke, D. H. Lawrence y Emily Dickinson. En 1972, le conceden el  Premio Nacional de Poesía,  José Antonio Ramos Sucre y en el año 1988, recibe el premio Nacional de Poesía del CONAC.

Imágenes tomadas de Internet

viernes, 15 de mayo de 2015

CRÓNICA BREVE DE UN BAUTIZO






Pues sí,  amigos, después de mucho batallar  nació mi primer libro, para mi solita. Y eso, que  corren tiempos difíciles en esta Venezuela; cuando no hay papel,  no hay tinta, o se va la luz y/o cualquier otro problema. Pero un día todos los astros se alinearon y pudo ser, gracias al esfuerzo y cariño que puso mi editora, Les Quintero, de la Editorial Lector Cómplice. Por cierto, que ese nombre tan bonito se debe a la novela  Rayuela, de Cortázar, al referirse “a un cierto tipo de lector contrapuesto al lector pasivo”. La presentación se realizó el 9 de Mayo,  en el marco del 7° Festival de la Lectura de Altamira, un lugar y una feria emblemáticos en Caracas. Mi presentadora-madrina fue Beatriz  García Naranjo, profesora y amiga, con la que comparto angustias y alegrías. Invitados; familiares,  amigos y todos los conocidos que me topaba por esos días, los cuales asistieron fieles, arropándome con su presencia y cariño. La sensación es la de entrar a un club privado y exclusivo; el de los publicados. Y como un niño en su primer día de colegio, todo expectante y asustado, te acercas a los grandes y conocidos  con un ¡¡¡¡holaaaaaa quieres ser mi amiguito?????? Y también como en el primer día de colegio, nunca falta el que te mira todo atravesado antes de hacerte un espacio en su círculo.



Con Beatriz García Naranjo, madrina y presentadora



Al día siguiente amaneces feliz, con una gran resaca, agotada de tanto saludo y abrazo, seca la boca de tanto hablar y una extraña sensación te habita el alma. Me imagino que se debe a la falta de costumbre, porque el oficio de escritor, es el más solitario y silencioso del mundo. Solo necesitamos un cuaderno y un lápiz y un rincón, o un cuarto propio, como diría mi admirada Virginia. El día siguiente del día después, vuelves a tus trabajos y oficios, un poco más alzada y con una sonrisa pegada a los labios, pensando que valió la pena todo el esfuerzo.


Con Jorge Gómez Jiménez, director de Letralia

miércoles, 29 de abril de 2015

NARRATIVA VENEZOLANA






                                                                       VENGANZA

Ednodio Quintero 

Empezó con un ligero y tal vez accidental roce de dedos en los senos de ella. Luego un abrazo y el mirarse sorprendidos. ¿Por qué ellos? ¿Qué oscuro designio los obligaba a reconocerse de pronto? Después largas noches y soleados días en inacabable y frenética fiebre.
Cuando a ella se le notaron los síntomas del embarazo, el padre enfurecido gritó: “Venganza”. Buscó la escopeta, llamó a su hijo y se la entregó diciéndole:
-Lavarás con sangre la afrenta al honor de tu hermana.
Él ensilló el caballo moro y se marchó del pueblo, escopeta al hombro. En sus ojos no brillaba la sed de venganza, pero sí la tristeza del nunca regresar. 






LA MUERTE VIAJA A CABALLO
Al atardecer, sentado en la silla de cuero de becerro, el abuelo creyó ver una extraña figura, oscura, frágil y alada volando en dirección al sol. Aquel presagio le hizo recordar su propia muerte. Se levantó con calma y entró en la sala. Y con gesto firme, en el que se adivinaba, sin embargo, cierta resignación, descolgó la escopeta.A horcajadas en un caballo negro, por el estrecho camino paralelo al río, avanzaba la muerte en un frenético y casi ciego galopar. El abuelo, desde su mirador, reconoció la silueta del enemigo. Se atrincheró detrás de la ventana, aprontó el arma y clavó la mirada en el corazón de piedra del verdugo. Bestia y jinete cruzaron la línea imaginaria del patio. Y el abuelo, que había aguardado desde siempre ese momento, disparó. El caballo se paró en seco, y el jinete, con el pecho agujereado, abrió los brazos, se dobló sobre sí mismo y cayó a tierra mordiendo el polvo acumulado en los ladrillos.La detonación interrumpió nuestras tareas cotidianas, resonó en el viento cubriendo de zozobra nuestros corazones. Salimos al patio y, como si hubiéramos establecido un acuerdo previo, en semicírculo rodeamos al caido. Mi tío se desprendió del grupo, se despojó del sombrero, e inclinado sobre el cuerpo aún caliente de aquel desconocido, lo volteó de cara al cielo. Entonces vimos, alumbrado por los reflejos ceniza del atardecer, el rostro sereno y sin vida del abuelo.


Ednodio Quintero, escritor venezolano,  nacido en el estado Trujillo. Profesor de la Universidad de los Andes (Mérida), admirador desde la infancia de los cronópios de Cortázar y del solitario Gregorio Samsa, Comenzó escribiendo cuentos cortos de intensas imágenes,  paisajes agrestes y economía de palabras, autenticas joyas de la narrativa venezolana. Con  la novela La danza del Jaguar  se abre un espacio definitivo en el panorama latinoamericano.

Interesado en la cultura oriental, reside por largas temporadas en Japón donde aprende el idioma y observa la vida. Ha prologado a Akutagawa, el autor de Rashomon, el mejor cuentista de habla japonesa. 

jueves, 12 de marzo de 2015

LA CATRINA, SEÑORA DE LA MUERTE



CRÓNICAS DE MÉXICO




Dicen que fue Diego Rivera quien la bautizó con el nombre de Catrina, basándose en una caricatura original de José Guadalupe Posadas.Ya ha cumplido 100 años y en su comienzo se llamaba la Calavera Garbancera, en alusión a la mujer del pueblo que vendía garbanzos en los mercados, pero que creyéndose europea (francesa o española) renegaba de su propia cultura. Una burla a esa parte de la sociedad que no se identifica con sus propios valores y pretende aparentar lo que no es.


Empieza a aparecer en los periódicos llamados de “combate” donde se critica duramente a las clases altas y a los políticos que gobiernan el país. Estos escritos se ilustraban con calaveras de todo tipo y tamaño, sobre historias de crímenes, damas, terror y políticos. Nadie como el mexicano para burlarse de la muerte, para torearla y buscarle el lado jocoso que, como una compañera ineludible de viaje, te acompaña todo el tiempo.


En el mural Sueños de una tarde dominical en Alameda Central, Rivera, la engalana y la sitúa en el centro, rodeada de 150 personajes de la cultura mexicana y de su memoria familiar, donde aparece él de niño delante de su inseparable Frida. La Catrina  aparece vestida con traje largo, sombrero con plumas de avestruz representando al viejo continente y la conquista de México. La estola que la envuelve,  representa la serpiente emplumada del dios Quetzalcóatl, la vida y la muerte y en medio, el hombre habitando entre estas dos fuerzas. El sombrero en su primera representación, aparece engalanado con amapolas, la flor delicada y mortífera que puede adormecer al pueblo de sus anhelos y reivindicaciones.



Octavio Paz el historiador por excelencia mexicano, el cronista mayor de la cultura de este país, en su ensayo “Todos los santos, día de muertos” escribe: “Para los antiguos mexicanos la oposición entre muerte y vida, no es tan absoluta como para nosotros. La vida se prolongaba en la muerte y a la inversa. La muerte no era el final natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección eran estadios de un proceso cósmico que se repetía insaciable. La vida no tenia función más alta  que desembocar en la muerte, a su vez no era un fin en sí, el hombre alimentaba con su muerte la vecindad de la vida siempre insatisfecha”.


 “Para el habitante de NY, Paris, o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja,  es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente”. “Cierto, en su actitud hay quizás tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde, ni la esconde; la contempla cara a cara con impaciencia desdén o ironía”, “si me han de matar mañana, que me maten de una vez”.
 El mexicano de hoy es una mezcla de culturas pasadas y presentes. De la cultura pre-hispánica conserva la altivez y el sentido del honor a su casta o tribu. Del hispano, la religiosidad hecha sincretismo y de la influencia sajona, el modernismo que arroya y se lleva a las dos anteriores por delante.


La máscara tan utilizada en la cultura pre-hispánica, aún persiste en su idiosincrasia, especie de metáfora del hecho de no mostrar su alma siempre rebelde, porque abrirse, según Paz, es debilidad propia de mujeres. La mujer mexicana, rehuye de su voluntad, ella espera ser despertada de su sueño a través del hombre. Atrae pero no seduce, es el hombre el encargado de este ritual, el mexicano sólo se muestra quitándose la máscara en sus fiestas, se abre, porque le está permitido. Por eso la Catrina, señora de la muerte, buena moza, remedo de un pasado y visión de un futuro, coqueta nos invita a vivir con plenitud la vida, al mismo tiempo que nos recuerda la fragilidad de ésta.

Imágenes tomadas de la Red

jueves, 19 de febrero de 2015

LA CASA DE FRIDA Y DIEGO


 CRÓNICAS DE MÉXICO



El barrio de Coyoacán, en la ciudad de México, fue a principios del siglo pasado una zona de albergue para artistas y gentes que buscaban lugares donde el crecimiento de la gran ciudad, no se los tragara vivos. Zona de casitas bajas, cada una a su aire y con la impronta de sus dueños, pero que no obstante, guardan una cierta armonía en el lugar. Hoy, esta casa pintada de azul y naranja, siempre tiene colas de gentes en la puerta.





 La casa en sus orígenes fue adquirida por el padre de Frida en 1904 y después, paso a ser de la pareja que la fueron adaptando y acondicionando a sus necesidades y gustos. La casa azul por la que se conoce este lugar, representa el útero que cobijó a Frida, desde su nacimiento hasta su muerte. Allí vivió toda su vida rodeada de sus objetos de arte, sus libros, pinceles y muñecas. Cada rincón de la casa trasmite vida y pasión aún hoy al contemplarlo. Toda su vida se guarda entre esas paredes y jardines que poco a poco fueron anexando a la casa. Su pasión por la vida se conserva intacta, su historia de amor y dolor con Diego Rivera se encuentra en cada recámara, al igual que su historia de amor y dolor con la vida.
El espacio de la cocina es grande, luminoso, con utensilios para cocinar con fuego de leña, a ella le gustaba cocinar a la antigua usanza, utilizando maderas y carbones. Las alacenas guardan copas, vasos y platos trabajadas por artesanos que fueron amigos y conocidos de la pareja. Lugar vivido y disfrutado, que generó vida y placer a sus dueños.



El sol entra por las altas ventanas e ilumina el estudio que Diego mandó construir para ella. Su caballete móvil y adaptable  a la altura que ella necesitara, ocupa un gran espacio en la habitación. Sus libros sobre política y arte, se guardan tras los cristales de la biblioteca como si apenas ayer, hubieran sido utilizados.



 Cerca, su alcoba de noche y su alcoba de día. En la de noche, angosta, cómoda y coqueta, no hay señales de dolor, sólo de sueños y placeres. Una colcha blanca, tejida por manos de hadas, cubre el lecho; provoca su blancura y la redondez de sus formas. La alcoba para el día impresiona. Duele ver esos aparatos construidos y diseñados para mitigar su dolor, su imposibilidad de movimientos, su desespero ante la vida que pasa y a la que ella va dejando de pertenecer. Su madre mandó poner un espejo en el techo del caballete  instalado en la cama, desde allí, Frida, pinta su autorretrato una y otra vez. No hay una sola sonrisa en ellos, solo una mirada desafiante, frontal; unos ojos en pie de guerra.



 Afuera, el verde del jardín refresca el ambiente de la casa. La piedra volcánica y el negro de su suelo cubierto de yerba, me ofrecen un respiro. Han  pasado las horas y el sol cobija con esa tibieza del invierno.

Imágenes tomadas de la red
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