En 1967, se estrenó la obra de teatro La Fiaca ( La pereza ), del autor argentino Ricardo Talesnik. Fue un rotundo éxito de público y crítica. La trama era simple pero llena de matices y aristas, una dura mirada sobre la realidad monótona y embrutecedora de un empleado que trabaja para una gran empresa de Buenos Aires, que una buena mañana y sin que mediara ningún problema de por medio, decide no levantarse mas de la cama, alegando que tiene “fiaca”, y no le da la real gana de salir de la cama. De esta decisión derivará toda una suerte de problemas que se van desarrollando en el transcurso de la historia.
La literatura está llena de grandes y famosos acostados, escritores que por distintas razones, un día decidieron no levantarse mas, pasando a ser la cama, su lugar de vida y trabajo; su lugar en el mundo.
Luis Landero, interesado en el tema, le dedicó dos libros: Los tumbados, y Tumbados y resucitados. Para él este personaje, “ no es un holgazán, ni un neurótico, ni un simple enfermo imaginario” si no una persona que “ opta por suspender su actividad social y se abandona espléndidamente a la inacción”.
Para Caballero Bonald, Los acostados y otras controversias, el tema de los acostados le resultaba familiar y cercano, ya que contaba con 5 parientes que habían tomado esta determinación, entre ellos dos mujeres, la tía Carola, “cuya decisión tuvo el mismo significado que si hubiera entrado en un convento” y la tía Isabela, que solo se encamaba “ por temporadas”.
De hecho, Marcel Proust escribió su novela-río, En búsqueda del tiempo perdido, en la cama. De naturaleza sensible y neurótica, cubrió todas las paredes del cuarto con corcho, y la ventana, para que no entrara la luz del sol, les mandó poner celosía, de esta manera su aislamiento del mundo era total, solo escribía y escribía en una vigilia ciega, en que se le confundían los días con las noches. En ese transcurrir de las horas fue perdiendo las secuencias normales del sueño y la vigilia, teniendo que recurrir al veronal para dormir y después a la adrenalina y la cafeína para mantenerse despierto.
En unos escritores los encamamiento duraron semanas o meses, temporadas, una vez terminadas estas, volvían a su vida vertical de siempre.
Cortázar desde su casa en la campiña francesa, cerca de Aix-en-Provence, se encerraba en un cuarto cara a la pared, para no distraerse con los sonidos y las vistas de la ventana, y desde allí, como en su infancia, como jugando legos mentales, armando lo absurdo hasta llegar a lo racional, daba rienda suelta a su imaginación, creando personajes, como sus cronopios, seres “verdes y húmedos”, con los que jugaba como un niño grande.
Oscar Wilde, Unamuno y Valle Inclán, por temporadas, recibían a sus visitas desde la cama, desde allí compartían charlas, intercambiando ideas y lecturas como la cosa mas normal y cotidiana. Sus amigos y visitantes se fueron acostumbrando al hecho de hacer las tertulias de esta manera tan particular.
Juan Carlos Onetti, “el gran tumbado” como le llamaron algunos, en sus últimos años de vida, vivió en un piso de la Avenida de América en Madrid, dedicando este tiempo a los placeres que el cuerpo le pedía: leyendo, escribiendo, fumando y bebiendo whisky.
Desde ese espacio, y acompañado hasta sus últimos días, por su paciente esposa Dolly, se fue preparando para el gran viaje final.
Un curioso e interesante artículo. No sabía lo de Proust forrando su habitación de corcho. Cada vez me gusta más venir por tu página. Es interesante y lo que cuentas me gusta como está escrito. Un abrazo María.
ResponderEliminarQue bueno que te parezca interesante, amigo, esa es la idea de investigar y leer bastante, para luego escribir la entrada.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita.
Un abrazo
María, Sylvia Plath tituló un poemario "soy vertical pero preferiría ser horizontal", aunque la poeta se refería a una horizontalidad eterna, los escritores que nos relacionas optaron más que por una ubicación física por una posición frente al mundo exterior. Obtenían su plenitud literaria en el reposo del cuerpo para que la mente cabalgara lo más lejos posible.
ResponderEliminarLa verdad que conocía lo de Onetti, Wilde y Proust me sorprendieron, entiendo que el autor francés terminara en la cama pero no durante la elaboración de "En busca del tiempo perdido" sino hubiera sido más lógico después de acabar el último libro de su obra.
María, un verdadero lugar de aprendizaje leer tus artículos.
Abrazos
¡¡Vaya con los encamados!!Lo de Wilde, Unamuno e Inclán supongo que sería por pura vaguería... eran personajes particulares hasta para eso...
ResponderEliminarUn saludo!!
Felicidad, no conozco la obra de Sylvia Plath, la tengo como tantos otros autores, de asignatura pendiente, pues si, parece que Proust, era un escritor con una psicología muy especial, sensible y extravagante a la vez.
ResponderEliminarGracias por tus valiosos comentarios, amiga.
Un abrazo
Hola C.G.Aparicio, si, parece que el encamarse por temporadas en la vida, es mas frecuente de lo que pensamos, algunos seria por vagueria, otros, quizás por aislarse para escribir, otros para ver la vida desde esa perspectiva, me imagino que cada quien tendría su motivo; me encanta la historia y su investigación, anoto tu blog para visitarlo.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Al parecer tu entrada (¡Son tan desconcertantes a veces!) nos ha dejado con las ganas de haber llegado a ser grandes escritores para no levantarnos alguna mañana. En mi caso, mi pensión no me permite de tal disfrute... pero sí seguir leyendo tu blog. Abrazos.
ResponderEliminarVicente, es verdad, en mi caso tampoco me alcanza la pensión para estos disfrutes.
ResponderEliminarLa vida es desconcertante, sobre todo los personajes que la habitan,algunos parecen sacados de la ficción.
Gracias por tu visita y comentarios.
Un abrazo
Que hermosos artículos nos presentas, la verdad admiro tu constancia en tus investigaciones, para deleitarme con estas maravillosas entradas. Perfectas!
ResponderEliminarUn abrazo lleno de luz brillante y gracias por visitar mi rinconcito,
Mau
Gracias Mau por tu visita, últimamente he tenido problemas para dejar comentarios,pero, parece que se van solucionando, he pasado varias veces por tu blog, sin poderlos poner.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,amiga.
Que curioso articulo nos ha traido. No tenía ni idea de que tanta "gente" hubiera decidido encamarse casí a perpetuidad. Pensaba que solo eran cosas del cine, que alguna pelicula he visto que así sucedia.
ResponderEliminarSaludos!
Si, Lorenzo, es curioso esto de los encamados, y faltó poner a el poeta Vicente Alexandre, otro de la saga de los encamados.
ResponderEliminarGracias por tu visita, un abrazo.
Maria Candel he pasado un rato muy agradable leyendo algunas entradas en este blog. Creo que me va a llevar un buen tiempo para irlos leyendo poco a poco dado mi escaso tiempo con que cuento; sin embargo espero volver muy pronto. Saludos y felicidades por este espacio tan ameno.
ResponderEliminarBienvenida Lourdes a este espacio, gracias por tu comentario y espero que te siga siendo interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jaaaa, María Candel que si fuera por mi no saldría de la cama y sólo escribiría... y leería también, bueno, van de la mano ¿verdad?.
ResponderEliminarMuchos besos!
Me encanta, María. Voy a pensármelo...
ResponderEliminarGracias por tu comentario y un beso desde Madrid.
Muy interesante reflexión, primera vez que paso por acá y lo he disfrutado mucho.
ResponderEliminarSaludos