Los aeropuertos parecen Babeles móviles y modernas, donde se oyen todas las lenguas y aunque todo está debidamente ordenado e informatizado, en el fondo, se percibe la anarquía
que albergan esas tierras de nadie, cruce de encuentros y adioses significativos para unos, solo lugares de paso para otros. En el fondo, la soledad y la indiferencia son las principales protagonistas de estos espacios. En los duty-free, luminosos y tentadores hacen lo posible para venderte lo que sea que no necesites, haciendo caso omiso al poeta cuando recomienda” ir ligero de equipaje”.
Sentada a mi lado una mujer me habla de sus 3 nacionalidades, con la misma naturalidad que si hablara de marcas de prendas, unas más útiles, otras más queridas, otras sólo dadas por la casualidad. Lleva sus nacionalidades tranquilamente, sin conflictos nostálgicos ni arrebatos amorosos, sólo transita por ellas. Del otro lado de mi asiento, una mujer mayor, de porte aristocrático, con una hermosura tallada por el tiempo, me cuenta que cada 6 meses pasa del Barrio de Salamanca a Caracas buscando siempre el cobijo del calor.
Con los hijos repartidos, busca la seguridad de su acercamiento, como ellos de niños, buscaron el suyo
.
Las pantallas iluminadas cambian continuamente indicando “destinos” nuevos. Miro la infinidad de ellos que aparecen y pienso que a todos alguna vez se nos pasó por la cabeza, la pregunta de ¿y si en vez de de seguir tu “destino” cogieras otro avión que te llevara a otro lugar que por azar viste en la pantalla, con el que no tuvieras ningún lazo?, si se pudiera abordar ese otro avión, sin equipajes de ningún tipo, y empezar en otra tierra desconocida, lejana y exótica, con la que no compartieras ni lengua ni cultura, sólo seres humanos, desnudos, despojados de todo el aparataje con el que nos vamos cubriendo con el tiempo y las vivencias y comenzar otra historia, mejor o peor, imposible saberlo. Creo que muchos nos quedaremos con la pregunta de: ¿ y si…?
yo soy mas terrenal y tengo la misma sensacion pero en la estación de bus ( en la que estoy cada mes)...o pensar en los destinos de los demás y qué les lleva a ellos
ResponderEliminarUn besote
Si, Esther a mi me encantaría poder coger el autobús o el tren que me encanta, a los aeropuertos los siento distintos, la verdad no me gustan, son tan fríos...
EliminarUn beso amiga, que bueno verte de vuelta
Hola Guapa:
ResponderEliminarTengo esa misma sensación en los aeropuertos. Te puedes encontrar cualquier cosa, simplemente por esperar en la terminal...
Besote guapa Espero que el viaje haya sido bueno.
Hola Manu, la verdad, que en los estos lugares puedes encontrar cualquier tipo de gente, o situaciones bien particulares,eso no me molesta, es la prisa, la indiferencia, la sustitución de máquinas por personas, no sé, su frialdad...
EliminarUn gran abrazo, querido Manu
Muchos lo han dicho, creo que Mutis también: Uno no es de donde nace, sino de donde hecha raíces. Y a uno de esos lugares podríamos llegar por casualidad. Todo es encontrar tierra abonada.
ResponderEliminarUn saludo.
Es curioso, cómo los destinos se cruzan, se mezclan, yo digo siempre que mis raíces están en España, pero aquí, en Venezuela están mis hojas, necesito de las dos para vivir, no sabría desprenderme totalmente de una de ellas...
EliminarUn fuerte abrazo, gracias por pasar
Una felice giornata a Te...ciao
ResponderEliminarIgual para ti, amigo Giancarlo
EliminarBesos
¿Quién no quiere al menos una vez en la vida irse lejos, no volver...?
ResponderEliminarSaludos
J.
Pues si, amigo José...
EliminarSaludos desde Caracas
Tierra desconocida, seres con los que no compartes ni lenguaje, ni cultura...seria como volver a nacer¿no?
ResponderEliminarQuizás sería como vivir un cuento, quien sabe lo que ocurriría..
EliminarBesos
No me considero tremendista pero creo ver el planeta entero hecho un aeropuerto. En cambio aprecio el silencio y la plática tranquila, como con mi maestro de biodanza este viernes o con una pastora el lunes. Leyendo los comentarios se asoma eso de "el hogar no es el sitio donde vives, sino donde te comprenden". Ojalá que ambos sean el mismo lugar para cada uno de nosotros. Abrazos.
ResponderEliminarHola Vicente, que gusto verte, yo también soy más de silencios con buenas lecturas y platicas tranquilas, es lo que más disfruto, y eso se puede dar en cualquier lugar, por suerte para los que tenemos este tipo de aficiones...
EliminarAbrazos también para ti.
Te confieso amiga que le tengo pánico a volar, pero lo hago y lo paso fatal, pero me supero.
ResponderEliminarEs un poco extravagante el ajetreo de los aeropuertos; como es largo el tiempo de espera para embarcar yo siempre me distraigo observando en los rostros posibles motivos para realizar el viaje, según mis análisis un tanto por ciento muy elevado viaja con el mismo miedo que yo.
Me ha gustado esa manera tan descriptiva de ver un aeropuerto, que en el fondo no se diferencia mucho de cualquier terminal de trenes o de autobuses, pero la diferencia es esa, el pánico a volar.
PD
Maria, si ves cierto ajetreo en mi bloc es porque quise cambiar la plantilla y por error se me borraron todas las entradas, ahora estoy reponiéndolas poco a poco.
Un abrazo
Amiga, a mi tampoco me gusta volar, el encerramiento en ese espacio reducido me produce todo tipo de resquemor, pero ni modo, no tengo otra manera de cruzar este inmenso océano que me lleva a mis paisajes conocidos.
ResponderEliminarSuerte con el blog, es un follón cuando pasan estas cosas, pero si se puede arreglar.
Un abrazo, querida Gene
Describes bien la situación de los aeropuertos, donde te sientes nadie, entre esperas, equipajes, costumbres y lenguas tan variadas, pero todo se iguala a la vez, se democratiza.
ResponderEliminarbesos
Así es amiga, cada día me gusta más el tren, aunque sea ya un poco anacrónico...
EliminarBesos
Es el progreso amiga, con sus cosas positivas y negativas. la frialdad y la incomunicación son de lo peor, cada cual va a lo suyo y las prisas no dan ni para un saludo.Feliz finde.Besitosss.
ResponderEliminarSi, el progreso y las soledades que conlleva...
EliminarUn abrazo, amiga
No me gustan los aviones, no me gusta volar, pero si me gustan los aeropuertos pq traen alegrías y se llevan pedacitos t de ella.
ResponderEliminarPero se ven gentes con sus historias, y es que yo cuando voy siempre hago amigos.
Besos
Se podría hacer un libro, sólo con las historias de aeropuertos, las personas que van y vienen, cada quien en su mundo y su vida...
EliminarBesos, Inma
María, qué interesante reflexión a propósito de los aeropuertos y sus vuelos posibles. Pero también resulta muy sugerente ese espacio donde se se cruzan sus habitantes en tránsito. Siempre en ese debate existencial y filosófico: de dónde venimos y adónde vamos. Qué fácil resulta en un aeropuerto sumergirse en estas reflexiones, solo basta mirar un panel electrónico y nos indica la hora a la que tenemos que partir y el número de la puerta para volar a un destino que por conocido, no es menos incierto.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Me ha gustado mucho tu reflexión María, dan ganas de irse al algún lugar y empezar todo de nuevo, un abrazo feliz,
ResponderEliminarLa patria de los repatriados: La nostalgia, el desamor, insolación, exilio, partidas. ¿qué más nos guardan los aeropuertos sino la búsqueda de nosotros mismo muy lejos las nacionalidades?
ResponderEliminar