Dicen que todo comenzó cuando se oyeron en la ciudad unos gritos lejanos, salidos de algún lugar desconocido.
Dicen que los perros, inquietos, fueron a refugiarse en los callejones más oscuros y remotos que albergaban los arrabales.
Dicen que la reacción inmediata de todos fue golpear atrozmente a quien más cerca estuviese, el hijo al padre, el padre a la madre, la madre al vecino y el vecino a su esposa.
Dicen que las mujeres- enjambres y enjambres de ellas-, siguieron a los hombres para violentarlos. Y lo hicieron.
Dicen que los niños acosaron a los transeúntes hasta que estos tuvieron que subir a los árboles más altos para no ser alcanzados.
Dicen que los autos envistieron a los peatones implacablemente, derribaron semáforos, faroles, puertas, subieron escaleras y más escaleras para dar en su blanco.
Dicen que, una vez abatido el peatón, los demás conductores esperaron en pacientes filas su oportunidad para pasar sobre él.
Dicen que las ancianas piadosas colocaron sus bastones convenientemente en el camino de los ciegos, para que éstos tropezaran y se fueran de bruces.
Dicen que los mudos enloquecieron porque les fue imposible demostrar su miedo a gritos.
Visión Memorable ( Fundarte, Caracas, 1987)
MIGUEL GOMES
Ensayista y crítico venezolano. Licenciado en Letras por la UCV, doctorándose en la Universidad Estatal de Nueva York. Ha publicado El pozo de las palabras, 1990. Poéticas del ensayo venezolano del siglo xx. Es autor de varios libros de cuentos, entre ellos: Visión memorable, La cueva de Altamira y Viudas, sirenas y libertinos.
Visión memorable, reúne 48 textos breves, que nos hablan de la angustia urbana, de lo absurdo y surrealista de el ambiente que se respira en las grandes ciudades, que genera violencia y esta, cuando se hace cotidiana, indiferencia. Entre la fantasía y lo onírico sus cuentos y relatos son duras críticas a los estamentos políticos y sociales que vertebran la sociedad. Sus personajes sacados del día a día, de las calles y comercios, de los locos ambulantes, el carterista profesional y el ama de casa normal que sale a la calle, el autobusero que ensordece a los pasajeros con el volumen de la salsa, la eterna añoranza del emigrado, anecdotarios tragicómicos muchos de ellos, reporte del pulso diario de la gran ciudad.
Fotografía de Mario Cravo Neto, tomada de la red.
Aunque cuento, y algo surrealista, no le falta algo de razón, porque lo cierto es que a veces la vida en la gran ciudad se deshumaniza. No se conoce a los vecinos, no se compra en la tienda del barrio; uno se relaciona con un limitado número de personas que viven a varios kilómetros de nuestra casa, compra en un centro comercial, también alejado varios kilómetros. Ojalá eso no sea el comienzo de la hostilidad hacia todo lo que no esté en nuestro círculo.
ResponderEliminarUn saludo.
Días turbios se avecinan y la ciudad lo recoge y lo percibe...
EliminarBesos
Al fin y al cabo ¿que es una guerra civil?
ResponderEliminarNo lo digas ni en broma, amigo Floren..
EliminarUn abrazo
Impactante relato.
ResponderEliminarDesde que vivo en un pueblo, me desespera la vida citadina. Como no tengo semáforos que esperar, ni tráfico que aguantar... ;D
Besote. ya estoy de regreso...desconectado por culpa de la compañía de ADSL...
Dichoso tu, Manuel, la vida tranquila de un pueblo, no se compara con el follón de la ciudad, quien pudiera..
ResponderEliminarBesote
Absurdo, surrealista, pero contado con esa parsimonia del dicen que... como si no fuera nada importante que te cala muy hondo y te dan ganas de gritar:¡basta ya!
ResponderEliminarSi me encanta ese autor, creo que el surrealismo viene bien para definir la locura de esta ciudad...
EliminarUn abrazo, amiga
María, el ritmo trepidante que el autor le imprime a la narración la hace más cruda. El arte se vale de sus técnicas y recursos para lograr el fin que persigue y aqui la sociedad urbana queda al descubierto y la exageración intencionada nos lleva a sentir su terrible lado oscuro. Violencia que se instala en un bucle asfixiante que invita a la reflexión y nos conmueve.
ResponderEliminarGracias amiga por mostrarnos narradores venezolanos tan interesantes.
Un abrazo grande
A veces con la exageración y lo fantástico, se lleva al lector hacia la reflexión, a pensar sobre todo lo que nos rodea y con lo que convivimos, es una formula que funciona...
EliminarGracias por pasar, querida amiga.
Un relato desasosegante y violento, como la ciudad, María. Creo que es excelente esta muestra de “Visión memorable” que ya la he solicitado a mi librero. Este ordenado descontrol es similar al que existe con las normas que se cumplen en las ciudades, impidiéndonos incluso poder pasear por ellas sin el acoso de las consecuencias que provocan el estado de alteración cotidiana de los ciudadanos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida María.
Aquí,amigo Antonio, en América latina, convivimos con la violencia, y después de mucho berrinche y pataleo, la asumimos doblegándonos ante ella.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo
Al fin y al cabo puede que esa violencia está oculta en todos nosotros..
ResponderEliminarMe gusta tu nombre, Alicia, y el dibujo, gracias por pasar a conocer mi ventana y comentar.
EliminarUn abrazo.
La tranquilidad no se paga con nada mi querida. Saludos!
ResponderEliminarSi, Karu, no sabes lo que daría yo por tenerla en muchos momentos..
ResponderEliminarUn abrazo.
Un cuento tremendo y bestial. Nos hace reflexionar sobre toda la violencia que alberga en nuestro interior, pero sobre todo resulta inquietante.
ResponderEliminarY me gustó.
Besos y un abrazo enorme!
Dicen que ya lo dijeron,pero ya no había nadie para escuchar.
ResponderEliminarRealismo puro y duro, aunque alguien piense que es surrealismo. El plástico se impone como materia, la carne,cada vez es más inútil.
Un abrazo amiga y que el cambio en Venezuela no sea de retroceso
Buona Pasqua...un abbraccio.
ResponderEliminarMe ha trasmitido angustia. Muy bueno.
ResponderEliminarUn placer visitar tu casa.
Abrazos