Escribir no es fácil, representa un ejercicio de autoconocimiento de las emociones del alma, de sus manifestaciones; de la expresión que se vierte en el papel en blanco, para dar paso a la creación artística. Ese pulso con nosotros mismos, con la memoria, se vuelve una tarea compleja en la que se expone la piel y también se disfruta intensamente; en los que se pasan periodos de florecimiento y otros, de esterilidad y sequía total.
¿Por qué se deja de escribir un buen día?, ¿qué causas intervienen en ello?
Enrique Vila-Matas investigó al respecto sobre autores que enmudecieron para siempre sin un motivo, o una explicación lógica que comprendieran sus lectores. A este hecho lo llamó el “Síndrome de Bartheby” en recuerdo del personaje de Bartheby, el escribiente, según la obra de Edgar Melville.
Nunca sabremos las respuestas exactas de por qué Rimbaud dejó de escribir a los 20 años y se dedicó a viajar y hacer fortuna, cuando había sido el poeta rebelde por excelencia de su época, o por qué Juan Ramón Jiménez dejó de escribir en 1956, después de que le concedieron el Premio Nobel.
La respuesta a la gran sequía literaria que padeció Juan Rulfo aún sigue rondando las cabezas de todos los que admiraron su novela Pedro Páramo y los cuentos El llano en llamas. Sabemos que Juan Rulfo no tuvo una vida sencilla, desde su infancia conoció su lado más oscuro, la muerte por asesinato de su padre, cuando el tenia 6 años, marcó su carácter de una orfandad existencialista, que le acompañaría para siempre. En una entrevista concedida a Fernando Benítez le confesaba: “Entretanto mataron a dos hermanos de mi padre, luego casi enseguida, murió mi abuelo paterno. Murió de tristeza porque al que más quería era a mi padre, su hijo mayor. Otro tío mío murió ahogado en un naufragio, y así, de 1922 a 1930 sólo conocí la muerte.”
Su obra está toda impregnada de esas voces que quedaron inconclusas, de los afectos perdidos en la infancia cuando se moldea el carácter. La aridez de sus paisajes no hace si no reflejar la aridez interior que surge como defensa ante el sufrimiento de la pérdida. El personaje principal de Pedro Páramo, tiene mucho de autobiográfico, aunque lo negaba, ya que confirmarlo suponía un ejercicio de nudismo, al que no siempre se está dispuesto. Juan Rulfo comenzó a escribir Pedro Páramo en 1954 y en 4 meses tenía concluido el manuscrito de 300 páginas, después pasó casi un año haciendo un trabajo de “pulitura” hasta reducirlo a 150. Se publicó finalmente en 1955. Dado su carácter y su timidez natural, Rulfo dudó sobre presentar la obra en la editorial, fue el argentino Arnaldo Orfila, uno de los directores de la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, quien afortunadamente, insistió para que lo hiciera.
Por aquello de que nadie es profeta en su tierra, la primera edición de Pedro Páramo pasó sin pena ni gloria. Después en la década de los 60, comienza un interés por su obra, se agotan las ediciones y se traduce al alemán, ingles, ruso; desde ese momento, pasó a ser uno de los libros fundacionales de la literatura latinoamericana y universal.
Su biógrafa Reina Ruffé, apunta que la causa de su mutismo pudo ser precisamente el éxito, que le apartó de su mesa de trabajo, llevándolo a dar conferencias y presentaciones por medio mundo, o quizás el miedo a defraudar con otro libro que no alcanzara la calidad de los primeros, (detestaba la mediocridad), su adicción al alcohol, o la tremenda autoexigencia que lo acaba aislando de todo lo que le era querido. “Yo sé que todos los hombres están solos, pero yo más.” le dijo a Elena Poniatowka.
La fotografía fue su segunda pasión. Así como mandó a descansar su lápiz amarillo 2B, con el que escribía, su cámara Rolleiflex 6x6, le acompañaba en sus viajes, intentando capturar con la imagen, lo que la palabra le negaba. Se calcula que dejó un legado fotográfico de más de 6.000 negativos, que aún están en proceso de clasificación definitiva.
Para su leyenda particular quedó una anécdota: en una visita a Caracas en 1974, durante un encuentro con estudiantes de la Universidad Central de Venezuela les contaba: “ Yo tenia un tío que se llamaba Celerino. Un borracho. Y siempre que íbamos del pueblo a su casa o de su casa al rancho que tenía él, me iba platicando historias. Y no solo iba a titular los cuentos del Llano en llamas como los cuentos del tío Celerino, si no que dejé de escribir el día que se murió. Por eso me preguntan mucho por qué no escribo: pues porque se me murió el tío Celerino que era el que me platicaba todo… “
Las fotografías son de Juan Rulfo, tomadas de la red.
Hola, María Candel: Tengo un amigo bloguero -de los mejores- que ama el libro de Juan Rulfo. Dispongo de una biblioteca pública de la cual pido libros para mí y para mi mujer, y he ido postergando la lectura de Rulfo. ¿Por qué? No lo tengo claro. Tal vez porque aspiro a un tiempo de paz y tranquilidad que no tengo.
ResponderEliminarTus entradas tienen un tono coloquial, con una palabra precisa e informada. Me agradan mucho. Y no es cortesía. Gracias.
Vicente, hay libros que aunque sabemos que son buenos vamos postergando su lectura, la verdad, es que falta tiempo para hacer tantas cosas que uno va dejando pendiente, ya vendrán días de paz y tranquilidad, creo que eso es un mal de muchos por estos días...
EliminarUn abrazo amigo y gracias por pasar.
Cada persona es un mundo, sin duda... y las cosas no se ven igual desde afuera que desde dentro.
ResponderEliminarUn saludo!
Es cierto que lo que pasa por la cabeza de cada quien es un misterio, solo podemos acercarnos a ellos por medio de sus obras, muchos también tuvieron vidas difíciles, quizás fue eso lo que les motivó a escribir y después, dejar de hacerlo sin mas explicaciones, pero el lector siempre curioso se sigue preguntando, quizás por ser personajes públicos, sentimos el derecho..
EliminarUn abrazo
Hay quien dice que la inspiración sólo surge cuando uno se pone manos a la obra, que es fruto del trabajo. Y es posible que sin éste aquélla no exista. Puede que sea así. Si sé que, cuando llega, sea por la razón que sea, sí no se trabaja, si no se pone uno a juntar las palabras que surgen del pensamiento de forma agradable para el lector, pero adecuada, para ser comprendido –porque como en todo arte sucede, también en la pintura o la fotografía, la obra se hace como el autor sabe y quiere, pero para compartirlo con otros- el resultado no es bueno.
ResponderEliminarSomos tan distintos, tenemos experiencias tan diversas, pensamientos tan diferentes, y en esto los escritores no son distintos, que lo que para uno es motivo de inspiración, para otro puede ser causa de abandono. Poe, un alma atormentada, podría ser un ejemplo de cómo el ánimo influye en sus letras, y ese mismo ánimo, o desánimo, podría llevar a otro a la sequía.
Pero como bien dices, María, al principio: por complicado que sea escribir, que lo es, cuando a uno le gusta hacerlo, se disfruta tan intensamente, aunque uno lo haga con mediocridad, que… es difícil dejar de hacerlo.
Por cierto, a mí me gusta como lo haces.
Un abrazo.
Si,la inspiración se consigue a punta de esfuerzo, de horas dedicadas a esto, cuando empezamos pensamos que es cuestión de entusiasmo y que solo por este hecho ya nos veríamos recompensados por las musas, pero no, la cosa no resulta tan fácil, aunque si apasionante, y ya no podemos dejar de hacerlo, bien o mal lo disfrutamos, cada lectura, cada palabra..
EliminarUn gran abrazo.
Bueno, a veces la inspiración no llega. Y cuando llega a unos nos cuesta más que a otros plasmar lo que queremos decir. Aún así a los que escribimos por el placer de escribir esto nos tiene sin cuidado, aunque hay que reconocer que todos tenmos nuestro orgullico.
ResponderEliminar¿No te has planteado eliminar la verificación de la palabra?. Esun verdadero indordio para comentar.
Un saludo desde mi mejana
Cada uno siente y ve las cosas de diferente manera, a mi me encanta esa forma que tienes tu de describir los paisajes y lugares por los que paseas,uno se siente en camino también, viendo y conociendo paisajes nuevos, entre amigos..
EliminarFelipe, un saludo que llegue a tu mejana.
Voy a ver la manera que hay de eliminar lo de la verificación de las palabras,a veces es difícil de entenderlas.
Hola María. Bella entrada, escrita con sabiduria.
ResponderEliminarUno deja de escribir,a veces vuelve, por razones de escrupulo. De repente un día me digo...para que, todo está más que dicho y sin embargo todo está por hacer. No vale la pena. Y me quedo quieta.
Luego viene ese golpe de...aún me queda algo por decir.
En mi caso, que es el que más conozco, nunca escribo nada premeditadamente. Me siento ante el ordenador y me viene una frase, una serie de silabas que inician un algo. Y sigo, casi nunca rectifico, solo las faltas. Es como un caudal que emana incomprensiblemente desde alguna fuente de dentro y no se detiene hasta que me quedo seca.
Pero una vez escrito me llegan los complejos. Me falta academicismo, diccionario, me quedo escasa en expresión, carezco de estudios preliminares...y quiero borrar lo escrito.
Pero después veo que doy todo cuanto se, que esa soy yo con mis cortos recursos. Y me quedo, porque es mi manera de ser y quiero mezclarme con otros y leer como son.
El ejercicio de escribir aumenta las ganas de decir, cada vez surgen co mayor facilidad las letras. pero a veces el caudalno quiere manar, y es cuando uno se dice a si mismo que ya no tiene nada más que decir.
Un fuerte abrazo, sigo en mi blog. Mis complejos seguirán también.
Que bueno Gene, que sigas escribiendo en el blog,yo también creo que que los grandes temas están dichos ya de una u otra manera, pero es tu punto de vista, tus pensamientos y posturas ante la vida, lo que hace que sea nuevo e irrepetible al mismo tiempo,con nuestros complejos poniéndonos la zancadilla a cada rato, pero no importa, seguimos, y lo disfrutamos..
EliminarUn gran abrazo, mujer
Es tan doloroso ese tiempo en el que ni tan siquiera oímos el sonido del silencio. Esa angustia de sentir que estamos vacías y que dependemos de la palabra que no llega. Sin embargo para mi la hoja en blanco acaso sea una provocación, un desespero por conseguir la frase primera, un reto a los sentidos para oír el estallido del instante, aquel que sólo habita en el alma.
ResponderEliminarEn Pedro Páramo, Rulfo consigue construir una historia en una estructura de silencios, de entretiempos mudos, de escenas cortadas donde todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no tiempo. Como en la vida, pueden pasar años en la vida de un hombre sin que ocurran cosas que interesen ser contadas. De silencios
El don del artista es saber convivir con esa angustia de la mudez y esperar a que el silencio exprese. Que llegue y se transforme en sonido.
Un abrazo ,amiga
El silencio nos crea angustias y desesperos muchas veces, es difícil convivir con él,hallar su valor y saberlo esperar a que "el silencio exprese", estamos hechos de palabras en un mundo ruidoso que aturde muchas veces,en Pedro Páramo, este silencio se hace audible, parece un grito, toma cuerpo...
EliminarUn gran abrazo también para ti, amiga.
María, magnífico ensayo sobre el arte de escribir, el trabajo de escribir y el silencio de escribir.
ResponderEliminarLa creación no suele ser una musa caprichosa que va y viene según las lunas, las mareas o los vientos del sur. La inspiración no llega sin trabajo. Implica esfuerzo, soledad renuncia. A cambio, eso sí, del inmenso placer de construir mundos, modelar la palabra, cincelar las frases...
A lo largo de la Historia de la Literatura han habido escritores, que como muy bien señalas, enmidecieron sin que nadie supiera a ciencia cierta su motivo. Quizá, como es el caso, que tan bien nos ilustras, de Juan Rulfo, no necesitó legarnos una obra más extensa. La calidad de su producción es inmensa pese a su escasez. Creo, como apuntas, que cuando se concibe una obra de gran nivel literario es complicado para el escritor volver a enfrenterse a su propio reto.
En todo caso, la creación artística es una labor muy compleja, con muchas ramificaciones y difícil de desentrañar.
María, un gran artículo tanto desde el punto de vista de sus perspectiva: los escritores que silenciaron su voz en un momento dado como ese amplio análisis sobre el autor mejicano Juan Rulfo.
Un lujo y un placer leerte, amiga.
Un gran abrazo
Felicidad, es verdad que sin constancia y esfuerzo poco podemos esperar de la inspiración, aunque conlleve soledad, dicen que escribir es uno de los actos mas solitarios que hay, estas solo ante el papel en blanco,o la pantalla iluminada que alberga tanta palabra.. da vértigo solo pensarlo y también como dices la renuncia, que implican esos días y horas robadas al sueño, al trato con los demás, a la comunicación directa..
EliminarUn gran abrazo, querida.
Hola María:
ResponderEliminarHe pensado en relación a esto (que dejen de escribir) es que perdieron el interés. Me refiero a que quizás consiguieron más de lo que querían o son tan perfeccionistas que lo siguiente consideran no merecedor de darlo a conocer.
Pedro Páramo es una libro muy interesante a la vez que mágico. Lo he leído dos veces. Cómo dices Rulfo no llevo una vida "normal", sino llena de avatares que definitivamente la marcaron.
Su realismo mágico lo es realmente.
Besote
Manuel, tu como medico sabes de cuerpos y de almas, al final creo que somos un todo único y especial, en el que el cuerpo expresa los males del alma, en Juan Rulfo las soledades y las carencias de la infancia determinaron su obra, le dieron esa nota tan personal y diferente que aun nos sigue fascinando a través del tiempo.
EliminarBesote también para ti.
Buen dia Maria,
ResponderEliminarSiempre me he hecho la misma pregunta, de porqué algunos autores literarios dejaron de escribir. En mi mente me habia imaginado que se habian entregado tanto en sus obras y puesto lo mejor de si mismos que despues se habian quedado vacios y ya no se aventuraron a seguir explorando nuevos orizontes.
Me facina la novela de Pedro Paramo, a pesar de verla leido varias veces, la encuentro subyugantey misteriosa. Me encantó la anécdota sobre el tio Celerino, me remontó al México rural, al México revolucionario. Saludos Maria.
Si, parece que Juan Rulfo cuando le acosaban a preguntas de porque no escribía otros cuentos, otras novelas, hablaba del tío Celerino,le echaba la culpa de sus silencios, pareciera que se había quedado sin inspiración, aunque se sabe que se dedicó también a la fotografía, a viajar y conocer mundo, quizás cambiaron sus intereses, quien sabe, amiga
ResponderEliminarUn abrazo.
Estoy contigo con lo que escribir no es fácil y menos hacerlo bien, aunque algunos también hay que decirlo, se aferra en su idea de llenarnos con basura mediática lo que deberían ocupar otros con su creatividad, que esta, como es natural no es un bien que se disponga cuando uno quiere tomarlo, sino cuando madura… pero esto pocos lo reconocen… Saludos
ResponderEliminarY pasa ademas, que en la medida que uno va escribiendo mas difícil y mas alto se pone el listón , es una autentica carrera de obstáculos.
ResponderEliminarSaludos desde Caracas.
Si los grandes escritores, haciéndolo bien dejan de escribir, imaginemos al que nos cuesta poner cuatro letras mal puestas, cuanto duraremos por estos lugares?
ResponderEliminarMe encanta como nos lo cuenta, y me encanta su blog.
Saludos.
Es cierto, si ellos, los grandes tienen momentos en blanco, ¿que queda para uno?.
ResponderEliminarGracias por pasar Rafaela, seguimos.
Leo con placer tu blog.
ResponderEliminarTambién soy una gran admiradora de Rulfo a quién siempre releo. No sé porque dejaron de escribir, pero lo importante es que la obra que dejaron algunos de los grandes autores es magnífica y uno las llevas siempre en el equipaje del corazón.
Un abrazo
Un detalle en el segundo párrafo: no es Edgar sino Herman Melville.
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