El Arbol del Amor de Jorge Murillo Torrico |
Colorín colorado este cuento se ha acabado, la mitad de las veces no oíamos estas palabras ya que estábamos dormidos, felices y seguros. Otras veces, esperábamos con los ojos abiertos de par en par el final de la historia para sumergirnos en la noche. El día había sido largo e intenso, como se percibe el tiempo a esas edades, así como las noches son cortas y acogedoras. Sus personajes atraviesan nuestra história con toda impunidad, ayudándonos a ordenar nuestras experiencias internas. Ya apuntaba Sigmund Freud: la fantasía es un medio que le permite al niño cumplir con un deseo frustrado, como si esta fuera una suerte de corrector de la realidad insatisfecha. De este mismo modo, la lectura de los cuentos, al influir en su mundo inconsciente, le permiten elaborar los conflictos internos y resolverlos en un plano consciente. Las leyendas populares llegan a nosotros por la tradición oral, aquella que hace que el hombre transmita, quizás por una necesidad biológica, lo que ha sido su enseñanza de vida, y que luego recogieron autores como Charles Perrault y los hermanos Grimm. Hablan de temas universales: el amor, la muerte, la lealtad, el honor. En los cuentos tradicionales los personajes son buenos-buenísimos o malos – malísimos, nunca ambas cosas a la vez como sucede en la realidad.
La idea de presentar caracteres totalmente opuestos y confrontarlos es para ayudar al niño a comprender las diferencias existentes entre ambos, para forjar una personalidad más equilibrada y así avanzar más seguramente hacia la madurez. El mensaje de estos es hacer entendible que, como animales racionales que somos, tenemos alternativas ante las dificultades: luchar, huir o mimetizarnos; pero sólo con el enfrentamiento se crece y se enriquece la personalidad. A los cuentos populares se les ha tachado de crueles, argumentando que la violencia es un hecho ajeno a la realidad del niño, impropio de su naturaleza. Por el contrario, hoy se considera que la violencia es intrínseca al comportamiento humano. Bruno Bettelheim, psicoanalista infantil que sufrió en carne propia los horrores del movimiento nazi, nos dice: “la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana, pero si no se huye, si no que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos, alzándose por fin victorioso”.
Así, a través de Blancanieves o Cenicienta nos fascinamos con los super-poderes de las arquetípicas brujas y hadas.
Por Pulgarcito y el Patito Feo conocemos el gusto por la revancha del débil o poco agraciado físicamente.
Del servilismo y la estupidez humana nos habla el Traje del Emperador con toda claridad.
Por medio de un par de niños inocentes, Hansel y Gretel, apreciamos el placer de los sentidos y de nuestra temprana adicción al chocolate.
Con la Bella y la Bestia, cuento anónimo de la cultura europea, entendemos aquella máxima de Pascal que dice: el corazón tiene razones que no conoce la razón.”
Unos y otros nos han encantado y seducido cada noche, y como el rey al que contaba cuentos Scheherezade, hemos pedido más siempre insatisfechos, sabiendo que siempre habrá un “Había una vez”.
La vida no es fácil, pero no hay dificultades que no tienen una salida. Centrémonos en la difícil, pero en el que tenemos que hacerlo mejor, y pronto.
ResponderEliminar