Obra de Oswaldo Guayasamin |
Clarice Lispector escribió un cuento hermoso que se llama Amor. Es la historia de Ana una mujer madura, común y corriente, que ejerce el oficio del cuidado de la casa, de los hijos, del marido, comida, ropa, cuidados médicos, etc. Dedicación a tiempo completo. Bajo su sombra todo crece y se desarrolla menos ella. Su día a día es un ir y venir de mandados, arreglos y atención de solicitudes ajenas y olvido de las propias.
La vida de Ana pareciera programada culturalmente por una instancia superior. Todo parece transcurrir con el sosiego adormecedor de la monotonía. Todo parece estar bajo control, siempre y cuando no haya un tiempo y un espacio para detenerse y pensar; mientras la vida no la nombre ni le pida cuentas. Vida elegida por ella donde reposa el peligro y el vértigo de vivir.
Una tarde, en un paseo fuera de la casa, un hecho banal y fortuito, produce una ruptura en su tejido de araña, por que a veces y solo a veces , un murmullo, una voz fuera del tono habitual, un hecho simple basta para despertar los sentidos a la vida y comenzar a percibir el palpito de esta.
Pero ese despertar es ligero, no hace mella, ni sombra, y al final la rutina como un río que crece reclama su fuerza y su cauce. Otras veces, ocurre lo que Clarice llama la hora peligrosa, en ese encuentro consigo mismo, sin distracciones, sin olvidos; en un tiempo en que se reúnen las fuerzas necesarias por que se presiente el fondo y las aguas se han vuelto inesperadamente nítidas.
En la hora peligrosa, el miedo a la libertad de elección acecha en forma de sueño y presagio. Quizás un día, y en esa hora peligrosa, Clarice Lispector agarró un lápiz y comenzó a escribir.
Qué acertado comentario sobre el cuento de Clarice. Cuántas hubieron y hay que aún se podrían sentir un poco Ana. En los difíciles entresijos de una elección, tal vez porque aunque necesitadas de esa libertad estaban/están condicionadas por imperativos morales afortunadamente caducos(aunque no del todo inexistentes
ResponderEliminarEstoy leyendo de ella "Cerca del corazón salvaje". Tarde la he descubierto pero a tiempo para emocionarme con su escritura
Un beso agradecido por el rigor y el buen hacer de tus palabras
Beatriz,conozco los cuentos de Clarice y me enganché con ellos, me encantaron sus personajes, tan reales, del día a día de muchas mujeres,la voz que habla por ellas.
EliminarUn fuerte abrazo, amiga, y gracias por pasar.
Reconozco que no conocía a esta escritora. Gracias a ti, aunque sea por una breve reseña biográfica de Wikipedia, página que consulto con muy poca frecuencia y con relativa desconfianza, he sabido al menos su origen y algún detalle de la vida de esta ucraniana asentada en Brasil. Tremendo el detalle, que supongo cierto, de sus quemaduras cuando en 1.966 se incendio su dormitorio al dormirse con un cigarrillo encedido.
ResponderEliminarSobre el cuento que has comentado, se me ocurre decir que se puede ver de modo general, desprovisto del punto de vista femenino. Que sí, que llevamos una vida, la mayoría, más o menos rutinaria, pero que también nos llega muchas veces esa hora peligrosa, que nos permite elegir entre la seguridad y el peligro, el aburrimiento y la aventura, el inmovilismo y a la acción, sin asegurar que lo primero sea peor que lo segundo.
Un abrazo María.
Es cierto, esta hora peligrosa creo que la puede sentir tanto el hombre como la mujer, es la sensación muchas veces, de que la vida transcurre sin la presencia de uno, el adormecimiento de la monotonía y la seguridad...
EliminarUn fuerte abrazo, amigo.
Pues te diré que con el cuento me identifico. Algo así me ocurrio en una hora determinada que puso en marcha el reloj de mi otro tiempo. Esa metamorfósis incluye roturas y destrozos, pero a partir de la nada encuentras el todo y te dices a ti misma que nacer se nace muchas veces, pero morir, solo se muere una.
ResponderEliminarDecirte que Clarince Linspector es una de mis preferidas y que Oswaldo guayasimin uno de mis favoritos.
Un abrazo.
Gene, me gusta eso de que "nacer se nace muchas veces, pero morir, solo se muere una"
EliminarUn abrazo, amiga
María, gracias por traernos a Clarice Lispecctor, es una de mis escritoras más admiradas. Curiosamente la conocí en una hora peligrosa. Paseaba de noche por la calle Triana en Las Palmas de Gran Canaria, me detuve delante del escaparate de una librería y unos minutos después apareció un desconocido con barba muy poblada y me dijo que le recomendara un libro de los allí expuestos y que ya me hubiera leído. Eso hice, él a cambio me señaló un volumen de portada azul de una escritora brasileña llamada Clarice Lispector. A la mañana siguiente regresé a la librería, no encontré al lector nocturno pero me compré "La pasión según G. H." desde ese día, hace ya algunos años, no he parado de leerla. Sus novelas me encantan pero me gusta más como cuentista. Sus relatos son geniales. Como genial y muy interesante es el análisis que realizas de este magnífico cuento.
ResponderEliminarTu visión literaria, María, lo sabes, es profunda e ilumina plenamente el texto.
Un gran abrazo desde estas islas del Atlántico hasta Caracas
Felicidad, la vida esta llena de caminos desconocidos y todos los días tenemos que elegir, es difícil, yo creo también , que todos tuvimos un día, esa hora peligrosa de la que habla Clarice.
EliminarAmiga, me encantan tus relatos y te agradezco el que los compartas con nosotros, un abrazo grande.
La conocí por felicidad clandestina, ahí morí de amor, y si bien hay cuento de ella que no me gustaron ni mucho menos, continúo investigando y buscando completar su obra. Gracias por tu escrito.
ResponderEliminarmaravilloso arte de palabras con acrilicos
ResponderEliminarBienvenida al blog y gracias por tu comentario
EliminarUn abrazo y nos seguimos.
Rossina, bienvenida a mi espacio,uno de mis cuentos favoritos es Felicidad clandestina, no hay niña que no tuviera en el colegio una compañera malucona como ella, que nos hacia la vida a cuadritos.
ResponderEliminarUn abrazo y seguimos
María, debo confesarte que desconocía a Clarice Lispector. Buscaré esta autora brasilera en mis librerías virtuales. Me queda de lo leído la siguiente reflexión: ¿Quién puede alegar que algún día, en alguna hora, no fue Ana? Cualquiera fuese la decisión. Un deleite asomarse a tu ventana, María. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMillz, en el portal de "ciudadseva.com" puedes encontrar los cuentos de Clarice Lispector, de verdad que son una preciosidad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amiga y gracias por tu presencia.
Hola Maria:
ResponderEliminarNo conocía a la escritora y me ha picado la curiosidad sobre ella.
Interesante visión de la vida que ofrece...
Saludos
Hola Manuel, que bueno que te gustó la entrada, los cuentos de Clarice Lispector son una de las lecturas favoritas, son una nota.
ResponderEliminarSaludos, también para ti.
Hola querida Maria, tu escrito sobre la hora peligrosa, me recordó lo que La abuela Magarita Mujer muy sabia, curandera y descendiente de estirpe Maya/Nahualtl habla acerca del roll y la importanicia de la mujer a lo largo de los tiempos. Según ella hace muchos, muchos años la mujer era considerada igual y respetada a la par que el hombre. Pero cuando la mujer abandonó su lugar poco a poco la tierra se vino contaminando, pues el hombre y la mujer son los extremos y el complemente el uno del otro, como un todo, como un circulo y cuando el circulo se rompe, se rompe el equilibrio. Bella narración. Saludos.
ResponderEliminarNo lo conocía,,,un beso desde Murcia..y sigue enseñandome cositas....
ResponderEliminarAlp, siempre es grato verte, un abrazo.
ResponderEliminarLourdes, yo también creo que somos complementarios el hombre y la mujer, solo que debemos aprender a respetar los espacios de cada cual, las abuelas con su sabiduría popular nos fueron iluminando el camino.
ResponderEliminarUn gran abrazo, querida.
Siempre es difícil elegir. No sabemos nunca qué va a suceder con nuestra elección. Pero lo mejor de todo es tener la oportunidad de elegir.
ResponderEliminarUn saludo desde mi mejana
Muy bueno el resúmen, no lo conocía.Me gusta tu blog si me permites voy a pasar seguido.
ResponderEliminarUn saludo desde el otro lado del mar.
Felipe, te envío un saludo desde mi ventana.
ResponderEliminarGracias por detenerte a comentar, entre paseo y paseo.
Pasa cuando quieras, Roberto, yo también te envío un saludo desde este otro lado del mar.
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