Virginia y Leonard Woolf |
El corredor de fondo, solo, avanza entre los parajes agrestes por el que transita el camino que ya está marcado. Todo va quedando atrás, los campos, los competidores-compañeros. Un mundo nuevo se abre con cada zancada firme que asienta su pie. La tierra que pisa por primera y última vez sólo sirve de impulso para el siguiente paso hacia la zancada final, que le lleva al término del camino. La soledad inseparable camina a su lado, al mismo ritmo; hombre y soledad se complementan, se acompañan, se aceptan. Paralelas interminables. Nosotros sólo vemos en este acto, la gloria final, el triunfo, el reconocimiento, y olvidamos el vacío y el vértigo que conlleva bordear el límite en solitario.
Así como el movimiento es el síntoma de la vida, la quietud es de la muerte. Virginia Woolf reconoce en las pioneras el valor de lo callado y lo desatento de la vida. Mujeres como Lady Wilchelsea en 1661 “noble de linaje y también por su casamiento” abre fuego con su poesía que rezuma tristeza y resentimiento. Escribe poemas de rima dulce y de amarga ironía. Camina solitaria por los campos, “sufría de una triste melancolía”. Como no ser rara y melancólica, cuando en acallar las palabras que ahogan, se va gran parte de las energías.
Pinturas de Jhon Everet Millais |
La Duquesa Margarita de New Castle, de inteligencia indómita, escribe resentida: “la mujer vive como murciélagos o lechuzas, trabajan como bestias y mueren como gusanos”. Su mente un día se extravió entre los laberintos de setos de su enorme jardín. Sus rabias y sus iras apuntan al hombre, pero con disparos poco certeros que se diluyen en el tiempo; las emociones nublan su visión. Primero tendrá que distanciarse y sanar sus heridas. Más tarde surgen voces fuertes y combativas, que no se quedan atrapadas en el lamento y la queja. Luchan armadas de una débil pluma, traducen obras de otros y exigen un salario ante la mirada atónita del hombre.
Comienza el siglo XIX y trae con él, luz y fortaleza. Por esa época la mujer abre las ventanas que han permanecido cerradas por siglos, su voz y su mirada salta a través de ellas, incorporándose tímidamente primero y después, con el impulso y el apremio que otorga el reconocimiento del tiempo perdido. Esta contemplación del mundo le lleva a valorar otros temas: biografías, dramas, críticas; se asoma a la historia de la que siempre estuvo ausente. Mary Carmichael con Lifes Adventures abre un espacio nuevo en la literatura femenina. El valor y el aporte de ella, se encuentra en crear una voz propia y proyectarla para que abra caminos; ya que los libros, como los acontecimientos de la vida, son consecuencia unos de otros.
La mujer comienza a “ver” a la otra mujer y lleva a las páginas su mirada curiosa. Descubre su entorno, lo que ha sido su pequeño universo: la sala pequeña donde cocina y atiende a los hijos; y algunas, las más inquietas, hacen rimas con aromas a guisos y especie.
Durante toda la historia la mujer ha sido la hacedora de espacios, de nidos; en ellos se ha refugiado, los ha compartido, ha dejado siempre su impronta marcando su territorialidad de hembra. Virginia Woolf conoce el alma femenina y su constante desasosiego. Ahora le pide a la mujer que se haga de un cuarto y de una renta propia, como el primer paso hacia el reconocimiento y la valoración de si misma. Pero que no olvide “ que todos tenemos en la nuca una mancha del tamaño de un chelín que nunca podemos ver. Es uno de los buenos servicios que un sexo puede hacer al otro: describir esa mancha del tamaño de un chelín en la nuca”
Virginia Woolf, Un cuarto propio
María, el símil del corredor de fondo de cómo las mujeres han atravesado la historia me parece muy acertado, sobre todo, porque aportas una visión gráfica y dura de esa trayctoria del género femenino y sus vicisitudes, en todos los campos, pero, especialmente en el ámbito intelectual. Nos permites visualizar el esfuerzo, las zancadas sigilosas, la respiración honda y casi inaudible, el esfuerzo doble. Muchas escritoras realizaban sus obras en secreto, a escondidas, o publicaban con nombres masculinos o, simplemente, nada salía a luz pública. Un ejemplo de esa discreción fue Jane Austen, una de las grandes novelistas del siglo XIX y reivindicada muy recientemente.
ResponderEliminarCoincido contigo María en que Virginia Woolf, otras también han venido después, fue la que encendió todas las luces, incluidas las de alarma y concluyó que la mujer necesitaba su espacio. La escritora canadiense Alice Munro, en la infancia de sus hijas, siempre llevaba un cuaderno y en el cuarto de la colada, en la cocina, en cualquier parte de la casa, escribía en esos paréntesis de silencio y calma. Virginia dejó a la literatura novelas magníficas como Orlando pero abrió caminos y allanó el terreno.
María, es un auténtico placer leerte.
Un gran abrazo, amiga.
Felicidad,siempre he sentido mucho respeto y admiración por todas esas mujeres que fueron pioneras,y que nos fueron abriendo camino a las demás. Generaciones enteras, que muchas veces pagaron caro su audacia,su atrevimiento, lucharon por todas nosotras, aun ausentes.
ResponderEliminarNo he leído nada de Alice Munro,tomo nota, de Jean Austin me atraparon sus novelas, y disfruté un montón de los encuentros y desencuentros amorosos de sus protagonistas, reales y bien escritos.
Un fuerte abrazo,amiga.
Excelente texto, María. Reflexionar sobre el legado de Virginia Woolf siempre es de agradecer, y si es con gracia y estilo, pues mejor aún. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy interesane tu blog, en él se aprenda.Besos
ResponderEliminarDiana, para mi fue todo un descubrimiento conocer en su día, la obra de Virginia Woolf, sobre todo un Cuarto propio, donde se hablaba del derecho que tenia la mujer a un espacio donde poder desarrollarse, o simplemente descansar de lo que era su rutina diaria, esto dicho hace casi 100 años, imagínate lo que suponía.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz semana.
Mari Carmen, bienvenida, me alegra mucho saber que te resulta interesante el blog,esa es la idea, que nos conozcamos y podamos aportarnos las unas/os a las otras/os.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo desde Caracas.
Interesante tu Blog, María. Distinto, sobrio, inteligente. Muy bueno tu artículo sobre las mujeres que se animaron a escribir. Y mejor aún, el parangón sobre el camino que se recorre y se ha recorrido, solitariamente, del que nadie habla. Creo que al mundo sólo le interesa la zancada final. Un gusto conocerte. Un abrazo, desde el corazón de mi país, Córdoba.
ResponderEliminarMillz, bienvenida, tienes razón, pareciera que solo interesa la zancada final, y se olvida todo el trabajo y el esfuerzo previo a ese paso.
ResponderEliminarLos tiempos cambiaron afortunadamente, para mi es un gusto recorrer blogs escritos por mujeres expresando sus opiniones libremente.
Te mando un fuerte abrazo, hasta tu bello país.