domingo, 2 de octubre de 2011

ALEJANDRA PIZARNIK Y LEÓN OSTROV




De los griegos aprendimos aquella máxima que recomendaba “conócete a ti mismo” como principio y filosofía de vida.
Después Freud y sus descubrimientos sobre el inconsciente nos convencieron de la necesidad de ahondar en ese pozo sin fondo que almacena, sin aparente lógica y sentido, nuestra historia de vida, memoria familiar y colectiva. Pero no es fácil, hurgar y sacar a flote lo que permanece a la sombra sin correr el riesgo de conocer aspectos de nuestro carácter y formación, que hubiéramos preferido muchas veces, dejar ahí, en el olvido y a cubierto de miradas y juicios, aunque fueran los nuestros.

¿El beneficio de hacerlo? aliviar penas y angustias a través del conocimiento y la comprensión de nosotros mismos. El medio será la palabra, el discurso por el que el analista y el analizado irán hilvanando y dando forma a un presente, aunque este haya sido condicionado por el pasado. Porque es el presente el que necesitamos sanar, aliviar, y hacernos grato el aquí y el ahora, aunque nos sea tan difícil de situar.
A través de ese monólogo-dialogo, que se establece en la consulta se irá trenzando pasado y presente, y las voces íntimas que reclamaban y o se hacen audibles por medio de conductas que no llegaba sino a mas laberintos sin salida, pueden hacerse entendibles, o al menos aceptables.


Alejandra Pizarnik, durante muchos años, tuvo contacto con el psicoanálisis. De una sensibilidad extrema,” precoz y procaz” como ella se define en su diario el 18 de marzo de 1961; acomplejada desde niña por su estatura pequeña (1,50 cm) su gordura, y su tartamudez, se convirtió en un ser atormentado y de difícil trato. En la adolescencia empezó a utilizar anfetaminas, y con sus crisis frecuentes, ansiolíticos. León Ostrov fue el analista con el que mantuvo una comunicación más especial y desde su estancia en París una correspondencia que duraría años. León Ostrov, poeta y literato fue profesor de Psicología Experimental en la Universidad de Buenos Aires.

Durante el análisis y por medio de la palabra se establece una comunicación entre médico y paciente, se crean lazos, puentes, que unen afectivamente con intensidad y que más tarde, perduraran en el tiempo.
A ambos les unía, su ascendencia judío-rusa, la sensación de vivir entre dos aguas, dos culturas. De formación humanística y literaria, los dos compartían los mismos sentimientos de admiración hacia la poesía, en una declaración de Ostrov a la Nación en 1983 declara: “Quedaba en ocasiones, si no olvidada, postergada mi específica tarea profesional, como si yo hubiera entrado en el mundo mágico de Alejandra no para exorcizar sus fantasmas si no para compartirlos y sufrir y deleitarme con ellos, con ella. No estoy seguro de haberla siempre psicoanalizado; sé que siempre Alejandra me poetizaba a mi”.




Se define como transferencia, la carga afectiva y las vivencias que proyecta inconscientemente el analizado en su analista. Es decir, la persona sentirá hacia su terapeuta, los mismos sentimientos y prejuicios que sintió hacia sus padres, o las personas que fueron significativas para él durante su infancia. Podrá entonces, sentir enamoramiento, rabia, admiración, desconfianza, temor, etc, sin tener la seguridad del porqué de estas sensaciones que experimenta.

Por su parte, el terapeuta y en términos conscientes, experimentará igualmente, todo un registro de sentimientos al tener también su propia historia de vida. El profesional sano, sabrá manejar adecuada y éticamente estas proyecciones surgidas entre ambos, en el transcurso de las sesiones terapéuticas. Para Freud, la transferencia y la contratransferencia conformaban el Alfa y Omega del proceso analítico, durante el cual la persona pueda hacer consciente su pasado, sanar heridas, y de esta manera, dejar de repetir conductas y patrones infantiles que infieren de una forma negativa en el presente.
Alejandra escribe a León Ostrov desde Francia : " Gracias por sus cartas, por lo que dice y por cómo lo dice. Aquí está por estallar una guerra civil pero no se la siente. El cielo fue blanco este mes, fue una ausencia, era una tristeza, un puerto entre los mundos. Me gustaría saber de Buenos Aires, es decir de usted y de unos pocos más que quiero. Le enviaré una carta más larga, enamorada del primer pronombre como todas las anteriores. No se preocupe por las direcciones ni los cambios de domicilio que merecen por lo menos un Proust para referirlos”.




En 1964 se instala definitivamente en Buenos Aires, y desde su eterna adolescencia, escribe, publica y se relaciona con poetas y pintores.
En 1968 recibe la beca Guggenheim que le permite seguir cultivando su vida de poeta rebelde que explora y bordea los limites de la razón. Su estado anímico se resiente con la muerte de su padre, que para ella significa, la toma de conciencia de su adultez, y una profundización de su sentimiento de soledad.
Entra y sale de establecimientos psiquiátricos, pasando de profundas depresiones a estados de vigilia y alertas permanentes.
Sus voces internas se multiplican igual que su producción literaria, escribe poesía, narrativa, teatro, diarios, correspondencia. En 1971 le conceden la beca Fulbright.
Sus acercamientos a la muerte, tienen el día 25 de septiembre de 1972 un desenlace final, ingiere 50 pastillas de Seconal y muere al amanecer.
Tenía 36 años y a partir de entonces comienza su leyenda.

7 comentarios:

  1. María, realizas un magnífico análisis de la relación de la poeta argentina Pizarnik y su terapeuta. Y de esa complejo desembarco de emociones, pensmientos, ideas, etc., en el profesional pero también amigo y confidente, se deriva, en mi opinión, un peligro pues la frontera paciente-terapeuta se degradan y puede producir confusión. Aconteció así con Merilyn Monroe y su psicoanalista, donde ella se convirtió en una más de la familia. No obstante, por lo que nos relatas, la influencia poética fue la que prevaleció y tuvieron una relación fluida y enriquecedora.
    Alejandra Pizarnik arrastra una tormentosa vida y un final a lo Sylvia Plath, pero su voz poética es única.
    María, gracias por esta entrada inteligente y documentada.
    Un verdadero placer seguir tus textos.
    Abrazos, amiga

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  2. No conocía a esta escritora que hoy nos trae. Desgraciadamente, como casí todos los seres atormentados, creen que la salida a sus angustias es quitarse de este mundo, craso error como todos sabemos. Como bien díce, con este acto, termino su vida y empezo su leyenda. Como la de tantos suicidas.
    Saludos cordiales desde Mallorca.

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  3. Interesantísimo este artículo de hoy sobre esta mujer de compleja vida y precoz muerte. Poco o nada pudo hacer Ostrov, por lo que se ve, pese a su implicación personal, superando lo profesional, para equilibrar la mente de su paciente-amiga. Me ha gustado mucho lo bien que ha explicado el proceso de "transferencia" de emociones que el paciente arroja sobre el médico, una especie de confesor.
    Un saludo.

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  4. Amigos, me esta siendo difícil y a veces imposible, acceder a los comentarios, tanto en sus blog como en el mio, estoy tratando de arreglar el problema.
    Muchas gracias por su presencia y sus comentarios.
    Un fuerte abrazo

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  5. Lamentablemente su analista quedó fascinado,seducido por la paciente. Se olvidó de que tenía una responsabilidad como analista, de analizar para ayudar a vivir. En vez de eso, se dedicó a alimentar la estética mortal de su paciente. Fue mala praxis.

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  6. Así como pocos la quisieron, pocos la comprenden..,,,,.. Alejandra ahora que te has ido por fin a tu mundo de fantasías, has regresado a la fuente de vida,,,que solo tú conoces ,,,,,,,,,,,,,,,, ,Aquí es solo una ilusión mal formada colectiva

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    Respuestas
    1. Valorar sus poemas hoy, sus angustias de su niñez y adolescencia en su momento pudieran haberla tenido todavía en este mundo.

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