lunes, 17 de febrero de 2014

CUANDO JOHN STUART MILL CONOCIÓ A HARRIET TAYLOR



Cuando Mill y Harriet Taylor se vieron por vez primera en 1830, ambos debieron experimentar un insuperable sentimiento de atracción mutua que daría lugar a una de las aventuras más singulares en la vida amorosa de toda una época.

Así describen sus biógrafos la fascinación que sintieron el uno por el otro, una relación que marcaria sus vidas para siempre. Ese día, Harriet, acompañaba a su esposo  Jhon Taylor a la Iglesia Unitaria donde acudían con frecuencia para escuchar los sermones de Willian Fox, líder de la iglesia. Casada desde los 18 años, el matrimonio Taylor llevaban una relación de amistad y camaradería. Harriet, culta, inquieta y curiosa  por naturaleza, vivía dentro de los marcados límites de la sociedad de su época, participando a favor de los grupos femeninos que pedían la igualdad  de derechos y el sufragio para la mujer. De inmediato sintió una comunicación especial con Mill, del que comentaría más tarde:”es el primer hombre que me ha tratado como un ser igual”.
Empezaron a frecuentarse, intercambiando ideas y proyectos. El, filosofo, historiador y economista. Ella, escritora y luchadora a favor de los derechos de la mujer. Ambos soñadores de teorías progresistas en el campo social y cultural de su época. Mill quedó impresionado con el pensamiento reformista de Harriet, a pesar de tener un matrimonio convencional, ser madre de tres hijos, escribía  ensayos y poemas dedicando gran parte de su energía y salud al tema de los derechos humanos.
El matrimonio con John Taylor, no había sido por amor precisamente, más bien, el deslumbramiento de una jovencita por un hombre maduro y de solida posición económica y social. Habían compartido vida y pensamiento, pero sin la pasión del sentir al otro, como parte imprescindible para llevar a cabo un proyecto de vida, que los uniera para siempre.





Cuando John Taylor supo de la atracción  y los encuentros entre el filósofo y su mujer, solo pidió “formalidad”, así lo exigían su caballerosidad y sus buenos modales.
 Harriet, entonces,  compartió su tiempo y cuidados entre los dos hombres, llegando a formar un ménaje a trois, que escandalizó a toda la sociedad victoriana de su época.
Desde 1830 al 50 viajaron incesantemente, Italia, sur de Francia, Grecia, en busca de buen clima para su salud. Ambos padecían de frecuentes problemas pulmonares, que derivaron después en tuberculosis, padeciendo periodos de extrema gravedad, cuidando el uno del otro con autentica devoción.
Su numerosa correspondencia nos muestra una relación basada en el respeto y la admiración mutua. Mill alternaba sus escritos filosóficos con su trabajo para Indian House.
Asimismo intervino en Estados Unidos a favor de la abolición de la esclavitud y de la liberación femenina. Estaba convencido de que sólo la abolición de estos patrones sociales permitiría el progreso de las sociedades. En Inglaterra, cuando fue miembro de la Cámara de los Comunes, propuso el voto para la mujer, generando un escándalo que no tuvo acogida entre sus iguales, pensaba que: todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual sea el nombre que se le dé, es despotismo”.




Cuando John Taylor enfermó gravemente, Harriet, permaneció a su lado hasta el final, a pesar de la renuencia de Mill, al que tuvo que recordar, el pacto de caballeros que los tres hicieron sin hablar. En 1851 después de la muerte de John Taylor,  Mill y Harriet se casaron.
En los años de convivencia, planearon en estudios y conversaciones conjuntas, El sometimiento de la mujer, uno de los primeros manifiestos sobre el tema de la libertad femenina, era el argumento que más inquietaba a Harriet y al que entregó su tiempo y su energía. En 1858 el matrimonio Mill, salió de Inglaterra con destino al sur de Francia, haciéndolo en pequeñas recorridos, con el fin de no agravar el delicado estado de salud de ella. Pero, camino a Avignon, Harriet sufrió un fuerte catarro que degeneró en una hemorragia pulmonar, acabando con sus fuerzas. Se la enterró en esta ciudad y Mill, se instaló en una pequeña casa en Saint Véran, desde donde podía ver el cementerio.  Pasado un tiempo, Mill, volvió a escribir, siguiendo interesado en los temas de los derechos humanos, al que se consagró hasta el final de sus días.

 Imágenes tomadas de la red


PUBLICADO EN LETRALIA,  EDWARD HOPPER Y SUS MUJERES SOLITARIAS
Enlace aquí: http://www.letralia.com/294/articulo05.htm

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...