lunes, 17 de junio de 2013

LAS PALABRAS DE IVONNE BORDELOIS





En estos días descubro el valor de la palabra con Ivonne Bordelois, filóloga argentina de amplios vuelos. Sus distintos significados, sus aristas y el resplandor que desprenden desde las diferentes miradas.  Confirmo que desde niña me asombraron las palabras y los distintos usos a los que ellas dóciles se someten. Me encuentro evocando la infancia, que la sopa que más me entretenía y gustaba, era la de letras nadadoras en caldos claros. Que me encantaban los libros que las alojaban  y el olor que desprendían al chasquido de las hojas al voltear. El peso de los libros en mis caderas camino del instituto, preámbulo de otros pesos infantiles más suaves y carnosos que más tarde cargaría. Compruebo,  que siempre he estado rodeada de ellos, en dormitorios, salas y baños, en el bolso a la espera de una consulta médica, o de un largo trayecto en avión. Todos tienen subrayados y anotaciones porque me relaciono con ellos intensamente. En general los cuido bien, y de algunos he protegido amorosamente sus pastas del paso del tiempo y sus estragos.  Entre tanto trasiego familiar, no pude conservar los libros de cuentos de mi infancia, pero sí guardo los libros de cuentos que yo leía a Isabel, para convocar la tranquilidad de su sueño. Ahora, cuando a veces las tardes se vuelven largas y el cansancio no te permite continuar, reviso libros olvidados y disfruto el porqué un día los traje a vivir conmigo. He recordado sin conocerla la antigua librería familiar de la calle Hermosilla, los comentarios de mis padres, cuando en las discusiones se llegaba al acuerdo del poco espíritu comerciante que todos habíamos heredado. Ahora, Ivonne Bordelois, hace que tenga un segundo encuentro con las palabras, que me interese y conozca sus familias, lo que nos reúne y lo que nos diferencia como seres hablantes, su acondicionamiento a la idiosincrasia de un país, de una cultura: la riqueza inagotable que se guarda en la pluralidad de las lenguas, porque: “la identidad es una construcción interminable, del mismo modo que el lenguaje es una operación interminable y está continuamente en perpetua renovación. Bien propio e inalienable, el lenguaje es también un referente necesario para plasmar y sostener, no sólo la individualidad propia, sino la del grupo.”

La palabra amenazada. Ivonne Bordelois.

Monte Ávila Editores.

Imágen tomadas de la red
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